La República
La mitadmasuno
22 de noviembre
de 2019
Juan De la
Puente
Se advierte
en ciertos análisis relajación sobre los sucesos en la región; algunas de estas
reflexiones vienen cargadas de indolencia respecto a sus efectos en el Perú, un
“no es con nosotros” o “estamos bien” que absolutizan las diferencias entre
nuestra transición y las que operan en Chile, Bolivia y Ecuador.
Esos
sucesos son más nuestros de lo que parecen, tanto porque son avisos colgados en
nuestra puerta, sea porque ya presentan efectos en el Perú, o porque significan
una tendencia inevitable de las agendas nacionales en esta parte del mundo.
La imagen
del Perú como un país sosegado cercado por un continente en llamas es engañosa.
No me refiero al doble discurso que respalda las marchas en otros países y las
condenan aquí, sino a la falta de convicción para reconocer esas movilizaciones
como democráticas, y como una forma de participación de la sociedad, o de una
parte de ella, en la deliberación publica, que nos atañe.
Ese
razonamiento estima imposible que las llamas del incendio, sobre todo el
chileno, pasen nuestras fronteras, y exhibe tesis que, siendo sugerentes,
incumplen la antigua recomendación del profesor Sartori sobre la relación entre
la teoría y la práctica, en el sentido de que no debe hacerse algo absoluto de
toda imposibilidad, porque de que ocurra −la imposibilidad relativa− depende de
los medios y del tiempo.
Quizás
deberíamos aceptar que la movilización democrática en los países andinos es ya
una normalidad, o la proyección de esta, por medios nuevos y en un tiempo
distinto. En Chile desde hace casi una década se registra una
movilización intensa par reformar la educación, la salud y las pensiones y
formular una nueva Constitución.
Lo nuevo en Chile no
es la “crisis” con la que se pretende rotular una transición compleja, dándole
un carácter episódico. El primer dato de la realidad no son los saqueos (y esa
generalización de la violencia como acción “lumpen”); lo nuevo es la aceptación
del cambio por los sectores conservadores, la transformación de la
imposibilidad relativa en realidad.
La
discusión sobre el “contagio” de las protestas al Perú es desafiante. Un medio
peruano fue muy claro en señalar que la “agitación” en Chile había
empezado a “infectar” a A. Latina. A pesar de que ambas palabras fueron usadas
sin comillas, valen para registrar sus primeros efectos, por lo menos dos.
Algunas
barreras peruanas se han debilitado solo por las cenizas que trae el aire del
sur. La más significativa es la que vetaba la discusión de una nueva
Constitución por el riesgo del cambio del modelo económico, en tanto habría que
revisar cuánto de los ajustes hacia arriba del presupuesto para políticas
sociales tienen relación con la primavera andina.
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