Se puede analizar las coyunturas cortas como las
que tiene el Perú tomando en cuenta las encuestas o no. Si uno decide no
considerarlas –decisión válida y aceptada en la ciencia política y en la
sociología política- está sin embargo obligado a usar otros instrumentos de análisis,
como la observación empírica, el análisis de actores, focus group, entrevistas
de profundidad, observación de tendencias, construcción de mapas, etc. Y si
decide tomar en cuenta los sondeos de opinión, debe tomar todos los datos
referidos a los actores o sistemas analizados, y no solo algunos.
1.- La reciente encuesta de opinión de GFK y
publicado por La República el 25 de junio, abarca la aprobación de los actores
políticos e instituciones y su desaprobación, pero también incluye datos que
integran un ámbito que podríamos titular como “nivel de rechazo”, es decir, una
percepción crítica que va más allá de la desaprobación.
2.- Las aprobaciones se han movido poco; algunas
caben en dentro del margen de error de la encuesta (PPK +2, Zavala +2, el
Congreso +1, en tanto que el gabinete y el Poder Judicial se mantienen). La caída
de Keiko supera por poco el margen de error (de 42% a 39%) mientras que la de
Luz Salgado como titular del Congreso se recupera (de 25% a 30%), probablemente
por su desempeño en las interpelaciones.
Aun así, no sebe pasarse por alto que el
Presidente PPK tiene 38% de aprobación, que la líder de la oposición 39%, y que
quien quedó en el 3er lugar en las elecciones, Verónika Mendoza, ha pasado de
24% a 28%. Tampoco puede obviarse que para los ciudadanos Keiko es más querida,
respetada y enérgica que PPK.
3.- En la elite existe una sensación de aguda
división e incertidumbre que la opinión publica relativiza. Luego de 45
días de batalla, solo el 39% cree que las relaciones entre el Gobierno y el
Congreso son conflictivas, frente al 38% cree que avanza a pesar de las
tensiones, y un 11% que cree que son cordiales. La sensación de conflicto entre
poderes se ha movido en tres meses apenas 6 puntos. En suma, la sociedad no
comulga con la idea de que hay una dura batalla en las alturas y piensa que,
palabras más o menos, ambos son lo mismo.
4.- Los ciudadanos no están premiando a nadie en
esta batalla. Al contrario, a la pregunta sobre lo que esperaba del
Gobierno hace un mes la respuesta “es igual de lo que esperaba” era 48% y ahora
41%. En cambio, los porcentajes de que el gobierno se desempeña “mejor de los
que esperaba” es bajo (12%), se mantiene la idea de que es “peor que lo que
esperaba” (32%) en tanto sube de 10% a 15% el porcentaje de los que “no
esperaban nada”. Igual sucede con el Congreso: 39% cree que se desempeña igual
a lo que esperaba; 27% peor de lo que esperaba; 13% mejor de lo que esperaba y
20% no espera nada. Siendo así, y agregando percepciones, casi de la mitad de los peruanos cree
que ambos poderes están peor de lo que esperaban o no esperaban nada.
5.- A eso debe agregársele siete datos duros
algunos de los cuales pueden doler, pero que no pueden ser ignorados: 1) más
de dos tercios cree que lo que viene del Gobierno y del fujimorismo será igual
o peor de lo que hubo hasta hora; 2) el 45% sostiene que ni PPK ni
Keiko tienen un plan claro para el país; 3) el 58% cree que está informado poco
o nada de lo que hace el gobierno; 4) que el 65% cree que Alfredo Thorne si
ejerció presión sobre el Contralor; 5) que más de dos tercios no conoce
que propone la oposición sobre seguridad ciudadana, la principal razón de desaprobación
del Gobierno y el asunto por el que fue interpelado el ministro Basombrio; 6)
la aprobación de Keiko ha subido a 48% en Lima pero su desaprobación ha trepado
a 64% en el sur; 7) que PPK tiene una aprobación de 47% en los sectores A/B y
una desaprobación de 60% en Lima; y 8) el 37% cree que el Congreso obstruye,
contra el 46% que el Congreso está haciendo lo que debe, es decir, fiscalizar
al Gobierno.
6.- Se puede hacer política ignorando estos
datos. Si, y de hecho la mayoría de partidos, podres y medios lo están
haciendo, intentando que la crisis que agita y envenena las relaciones entre
los poderes se resuelva en las alturas. Podrían lograr que algunos
avances, pero esa pobre gobernabilidad que implica que los políticos no se
peleen tiene sus límites, especialmente si en ese esfuerzo no es comprendida la
sociedad y los otros actores regionales y locales. Un pacto en las alturas
ahora, sustentado en dos poderes desgastados y rechazados será pan para hoy,
hambre para mañana.
7.- La nueva paradoja de este escenario es por un
lado la progresiva división de los principales actores institucionales, y por
el otro el rechazo de la sociedad a su modelo de concebir la política y la gestión
del sistema. A ello se agrega la falta de una narrativa de ambos o de uno de ellos para
entusiasmar a la sociedad. La búsqueda de nuevas razones que mejoren la relación
entre el poder y os ciudadanos está a la orden del día, y esta podría ser –depende
del alcance y contenidos- atajar la irrupción de una recesión económica,
relanzar políticas sociales y salariales, reformar las instituciones, relanzar
la descentralización e inversión pública, o resonantes éxitos en seguridad ciudadana.
Frente a ese desafío mayor y que demanda más inventiva, que en el fondo es
retornar a las ofertas electorales del año pasado, se tienen por ahora medidas polémicas,
arriesgadas y provocadoras como el indulto a A. Fujimori o el cogobierno imposible
entre PPK y el fujimorismo. Otra vez la elite de espalda a la realidad.