Por Juan De la Puente
La reciente encuesta de Ipsos Perú revela que las
claves de la crisis política que agita a las instituciones, partidos y medios,
no se trasladan automáticamente a una opinión pública que procesa los datos con
desconfianza en los actores y con salidas matizadas. Contra esa opinión pública
incrédula y al mismo tiempo exigente, buena parte ella en las calles, se estrellan las estrategias.
Datos y tendencias. En una crisis en ascenso como
la actual, con todos los escenarios abiertos debido de la debilidad de los
actores y la fragmentación de los intereses, las encuestas muestran datos “nuevos”,
directamente emanados de la coyuntura, y tendencias sobre proceso en curso de
origen anterior que la crisis dinamiza. En la reciente encuesta de Ipsos Perú,
hay por lo menos dos tendencias disruptivas que alteran la coyuntura. La
primera es la caída del
respaldo al indulto de Alberto Fujimori que se ubica en 56% frente al 65% de la
medición en setiembre, 9 puntos menos que hace 3 meses. La misma encuesta
abunda en datos que explican esa caída, es decir, la negociación con el
gobierno para salvar a PPK de la vacancia.
La
segunda es la caída de la aprobación de Keiko Fujimori, de 10 puntos en 2 meses,
ahora en 29% frente al 39% registrado en octubre. Esta caída es más difícil de
explicar en la medida en que son por los menos tres elementos a considerar en
su debilitamiento público; las acusaciones de las que es objeto, la moción de
vacancia presidencial que impulsó, y el indulto a su padre, rechazado por el
40% de peruanos.
Sin
salidas vedadas. Entre los
datos “nuevos” de la encuesta, se encuentran tres que merecen una atención desagregada.
El primero, que la mayoría de peruanos (53%) se muestra a favor de la vacancia,
lo que de hecho es una variable de la crisis que pone sobre el tapete que, para
un amplio sector de la sociedad, la salida de PPK del poder no estaba asociada
necesariamente a un juego golpista o identificado este, era tolerado.
Al
mismo tiempo, y en segundo lugar, nótese que solo el 38% de personas cree que
PPK no debió ser vacado, en tanto que un sorprendente 29% cree que debió producirse
una sucesión constitucional de sus vicepresidentes, la vía que PPK hábilmente
cerró al forzar la amenaza de renuncia de estos, asustando a una parte del
Congreso. No deja de ser igualmente importante que el 24% apueste a nuevas
elecciones, mucho y poco por donde se le mire: poco por el porcentaje, pero
mucho considerando la crisis está en ascenso. Puede parecer poco auspicioso para
los mensajes ”PPK o nada” o “PPK es democracia”, pero queda claro que, en esos
momentos, y aun ahora, no hay salida vedada a la crisis política, entre el “quédate
PPK”, “que solo se vaya PPK” o “que se vayan todos”.
Cambio
y reconciliación. Entre los
datos “nuevos” quizás uno sea el más provisional de todos, es decir la brecha
que se abre entre el cambio y la reconciliación. Según la encuesta, el 80% de
peruanos quiere cambios en el gobierno, pero solo el 45% cree que en el esquema
de reconciliación. Esta brecha puede leerse como la persistencia a pesar de la
crisis, de un escenario donde los ciudadanos reclaman cambios firmes, pero no
necesariamente dramáticos, sea porque no creen en la posibilidad de un giro
gubernamental o porque consideran que es más importante el fondo que la forma.
Esta
brecha deja al Gobierno con poco margen de maniobra en relación al gabinete, lo
que se reitera en la comparación del 80% de peruanos que exige cambios y los
que –algunos son los mismos-piden ministros independientes (53%). Una de las
explicaciones, más allá de la desconfianza a los políticos como actores de
cambio, es el diseño de mensaje: “tu cambio no es mi cambio, tu reconciliación
no es mi reconciliación”.