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sábado, 2 de julio de 2016

Nuevo dilema, pacto o proyecto

http://larepublica.pe/politica/777701-nuevo-dilema-pacto-o-proyecto
La República
La mitadmasuno
17 de junio de 2016
Juan De la Puente
El Perú no tendrá un gobierno de coalición entre los que ganaron y perdieron la segunda vuelta. No tendrá un gobierno minoritario sobrellevado por la mayoría parlamentaria fujimorista. Y tampoco tendrá un gobierno respaldado por los otros grupos que perdieron en la primera vuelta, a excepción quizás de Alianza para el Progreso.
La futura gobernabilidad es hasta ahora una adivinanza cuya respuesta empieza apenas a elaborarse, un modelo a organizarse hasta que se constituya el gabinete y acuda al Congreso a reclamar el voto de confianza. En el proceso destacan por ahora tres elementos: 1) Fuerza Popular ha empezado a dejar de poner condiciones para el diálogo; 2) El Frente Amplio no será parte del gobierno y es probable que pasa a la oposición en el primer tramo del partido; y 3) sobran mediadores y bisagras para los pactos arriba/arriba.
El temor respecto de una cerrazón inicial del fujimorismo, que haga débil el inicio del gobierno de PPK, se ha conjurado en parte. Un simple saludo en pocos días entre el Presidente Electo y Keiko Fujimori podría no resolver ningún contenido por ahora pero habrá desbloqueado el proceso político.
En adelante, el gobierno que se instalará el 28 de julio puede tener ante sí hasta cuatro alternativas para procesar consensos: 1) el acuerdo de “líneas rojas”, una especie de pacto expreso sobre grandes temas públicos, luego de lo cual cada grupo tendría vía libre para oponerse o aprobar el resto; 2) la colaboración “llave en mano”, es decir, la delegación de facultades para políticas de inicio de gestión que podrían referirse a los temas sobre los que trabaja actualmente el equipo de PPK (reactivación y formalización, anticorrupción, seguridad e inversión social); 3) la colaboración “express” sobre temas específicos, puntuales y de consenso rápido; y 4) el consenso “a palos”, es decir, los acuerdos alcanzados luego de tensas negociaciones y roces en los que la mayoría del Congreso recorte y lime las iniciativas del Ejecutivo.
Es evidente que al gobierno entrante le serían convenientes las dos primeras fórmulas de relacionarse con el fujimorismo y con el resto de la oposición. En cambio si el proceso desembocara en las otras dos modalidades, el Ejecutivo tendría que buscar más apoyos sociales que le permitan enfrentar mejor su relación con el Parlamento. Más política de cara al país y a los medios.
En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que en el Perú los pactos expresos y tácitos son moneda corriente y que especialmente en los últimos 15 años se han acordado pequeñas y grandes normas e instalados mecanismos de concertación, sobre todo sectorial. No obstante, el foro más concertador que desde el año 2001 se llama Congreso y es poco probable que desde el 28 de julio haya veda de acuerdos.
Es justo decirlo que en nuestra política también existe vergüenza por el pacto aunque no parece ser la marca de los partidos sino de los caudillos. Esta vez sin embargo, dos realidades del posconflicto electoral condicionarán los acuerdos arriba/arriba: 1) el dilema entre pacto vs proyecto que toca al fujimorismo y al Frente Amplio; 2) y la necesidad por ahora insatisfecha de que los acuerdos sean para el cambio y no para la continuidad.
La rápida reubicación de Keiko Fujimori, que reorienta su relación con PPK con una mirada puesta en el 2021 y no en el 5 de junio hace prever que el fujimorismo ensayará una oposición pendiente de las demandas sociales, menos condescendiente con la inspiración económica del nuevo gobierno. En la misma línea, el Frente Amplio condicionará su relación con el Ejecutivo a la agenda social ahora poco visibilizada. En ese contexto, serían los grandes temas que la política se resistió a abordar los últimos 15 años  los determinantes de los alcances y límites de la gobernabilidad, los únicos que sirviendo para el consenso político también permiten a los actores políticos ganancias para el mediano plazo.

miércoles, 1 de junio de 2016

Dos antis en campaña, no asustarse. A cuatro días de las elecciones. Parte electoral N° 1

Por Juan De la Puente
La campaña para la segunda vuelta electoral llega a su fin con grandes transformaciones, demasiadas para las ocho semanas que median entre el 10 de abril y el 5 de junio. Las más importantes son: 1) la confirmación que las opciones de gobierno que ofrecen Keiko y PPK son distintas, diferentes y en varios aspectos divergentes; 2) la persistencia de dos grandes movilizadores electorales, el antifujimorismo y el dilema abajo/arriba; y 3) el estrechamiento de la agenda final que deja casi solas dos ideas fuerza en el escenario, mano dura vs democracia y libertades.
Los que creían que había ganado el modelo y que los dos candidatos eran gemelos políticos y que harían un gobierno de hermanos, se equivocaron. Con suerte habrá un gobierno de primos. En pocas semanas, se dibujaron las opciones de un gobierno tecnocrático desarrollista (PPK) y populista desarrollista (Keiko).
Hay más diferencias: ambos proponen más Estado pero Keiko más Estado abajo y PPK más institucionalidad arriba; Keiko se cierra a los “nuevos” derechos y pacta con una parte de grupos regresivos e ilegales, en tanto PPK cruza sus líneas rojas tradicionales y se lanza a la prédica de la transparencia pública.
El 11 de abril solo se tenía un movilizador electoral potente, el antifujimorismo que llevó a PPK del 22% de votos al 52%. El fujimorismo tentó varios y finalmente encontró su antídoto, el dilema abajo/arriba. A diferencia del 2011 donde Keiko era arriba y Humala abajo, ahora ella es abajo y PPK el de arriba, el de las grandes empresas, el del escritorio que no conoce el Perú. Así, como en 1990 Alberto Fujimori contra MVLL, esta vez el fujimorismo “vargaslloseó” a PPK.
Es el primer hecho que cambió el cariz de las encuestas, aunque quedan para PPK el pueblo del sur -con mucho D y E- donde todavía es mayoría, pero le ha servido a Keiko para atacar los conos de Lima y el centro del país, este último bastión donde ha recuperado puntos.
Como no podía ser de otro modo en una segunda vuelta, son dos antis en campaña. No asustarse.
Antes del debate de Piura, pero con más vigor desde Piura y el debate de Lima, se ha marcado un especial fin de campaña que estrecha la discusión a dos grandes mensajes muy poderosos a pocos días de la votación. El de Keiko es la mano dura contra el delito, los estados de emergencia, las FFAA a la lucha contra la delincuencia y todo el discurso de “no me temblará la mano”. El de PPK es la democracia y las libertades, la transparencia pública, la lucha contra la corrupción y la amenaza del retorno del pasado y la implantación de un narco-Estado.
Vistas las cosas, es el viejo dilema resumido por Jorge Basadre como un déficit de la república, la elección entre orden vs libertad, que en otros país no debería ser una disyuntiva. En este episodio, no son dos alternativas redondas sino con rendijas y grandes huecos, de modo que en algunos temas la mano dura es mano blanda y la defensa de los derechos se relativiza.
Así se llega al 5 de junio, con Keiko liderando las encuestas y con un teflón considerable, aunque habría que medir aún el efecto del caso Chlimper. PPK ha tenido un envión a su candidatura desde el debate del 28 de mayo aunque no se sabe si será suficiente. La verdad es otra y no le atañe a él -no eres tú, soy yo le dirían los peruanos- y se refiere a la pregunta sobre si el antifujimorismo del 2016 será como el año 2011 suficiente para derrotar a Keiko. Eso se sabrá el 5 de junio.