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viernes, 16 de enero de 2015

teatro, política y memoria

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/teatro-politica-y-memoria-16-01-2015
La República
La mitadmasuno
16 de enero 2015
Juan De la Puente
El cuadro es propio de las tablas: una obra de teatro divide a un gobierno durante algunas horas, y la escena es clásica, con público, corifeos, sin máscaras, con la muerte y el dolor como motivos de la discusión. Atravesado por un hondo conflicto es un drama intensamente revelador de un tema crucial de la agenda nacional.
Lo sucedido tiene un signo épico y al mismo tiempo poético; permite contar una vez más lo sucedido durante el ciclo de la violencia política, aunque esta vez la narrativa oficial es interrumpida por discursos surgidos desde el mismo Estado que cuestionan aquella visión predominante que se resiste a hurgar en la violencia y el terror y a ejercer la memoria.
Es el fin de varias certidumbres con la señora Libertad en el centro de la escena. Al final del acto queda establecido que una cosa es la obra “La Cautiva” como expresión artística libérrima, y otra es la responsabilidad pública de garantizar la seguridad. Atajada la pretensión totalitaria de sujetar lo primero a lo segundo se desvanece la idea de convertir una expresión artística, o cualquier otra manifestación humana, en un medio político obligado.
No debe perderse de vista en este drama a los personajes no tan secundarios, entre ellos el oficial de la Dircote que filmó la obra, asistió al debate luego de la puesta en escena y elaboró el informe que la prensa ha difundido, y en el que sobresale más que las preocupaciones sobre Sendero Luminoso (SL) su sorpresa porque la obra contenga diálogos “en los que se deja entrever poderes, opresión y explotación  subliminalmente introducidos”. Aunque pareciera una figura escapada de las tramas de las novelas del boom latinoamericano, no lo es; lamentablemente corresponde a un estereotipo salido de las escuelas de formación de las fuerzas de seguridad donde predomina la convicción de que la crítica social es sospechosa de subversión.
Lo nuevo, sin embargo, no es ni el policía ni el informe, ni siquiera el argumento que afirma que la policía puede investigar “lo que quiera” en su lucha contra el terror. Lo nuevo es la ruptura del consenso conservador estatal alrededor de estos temas, la defensa de la libertad desde el espacio público y el desafío interno lanzado a quienes creen que toda mención a la violación de los DDHH por las FFAA y la policía es una afrenta a la lucha contra el terrorismo. En tal sentido, el comunicado del Ministerio de Cultura y las precisiones realizadas por la Presidenta del Consejo de Ministros recuperan una visión democrática siempre escasa en la lucha por la paz. No más monólogos.
Por los resultados, lo sucedido tiene mucho de positivo. A pesar de ello, ha sido otro episodio que revela la falta de compromiso de una parte considerable del Estado y de la sociedad con la memoria y la persistencia de una visión que reduce los años de violencia a una epopeya que enfrentó a los malos vencidos contra los buenos que vencieron, sin referencia al contexto de los hechos, a los orígenes y a las causas históricas.
Este drama que enfrenta a la memoria y a la antimemoria no ha concluido y es más actual de lo que parece. Un sector de la sociedad y de funcionarios no entiende la ficción, el arte y el argumento artístico, pero tampoco entiende los desafíos de la construcción de una comunidad nacional basada en la verdad y la justicia. Esa parte conservadora del país cree que es suficiente el rencor contra los terroristas derrotados y que el dolor de las víctimas de la violencia estorba el odio.
Esa opción está vigente; se expresó hace semanas cuando el máximo responsable de la seguridad tuvo una pelea a gritos con un jefe de Sendero Luminoso (SL). El altercado fue celebrado como una muestra de valentía y un modo eficaz antiterrorista, la misma que no ha impedido que SL forje una alianza electoral con miras al 2016. Ellos que son los primeros beneficiados con la antimemoria, esa narrativa que se queda en los cantares de gesta y considera que los vencedores no deben hacerse cargo de las causas de la guerra porque estas no existían.

jueves, 2 de diciembre de 2010

La chalina y la memoria

La mitadmasuno
La República
Jueves 2 de diciembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/02-12-2010/la-chalina-y-la-memoria
La muestra de La Chalina de la Esperanza iba a estar 22 días en el Centro Cultural de la Municipalidad de San Isidro, pero debió ser desmontada cuatro días después de inaugurada en protesta por la censura municipal a sus contenidos. Así continúa, no termina, la vida pública de una hermosa iniciativa que recrea desde el arte, simbólicamente, la existencia de los familiares de los desaparecidos y su demanda de justicia. Otros llamados a la memoria, como la muestra fotográfica Yuyanapaq y el Ojo que Llora, atacado dos veces, también han padecido la furia de la antimemoria.
El colectivo Desvela que impulsa el proyecto La Chalina de la Esperanza, formado por Marina García, Paola Ugaz y Morgana Vargas Llosa, se propone reivindicar la memoria sobre los años de violencia haciendo énfasis en los familiares de los desaparecidos, particularmente las mujeres. Cada paño de la chalina es una historia contada con las manos y un desmentido a la pretensión de silencio. Junto a su valor documental expresa una estética del dolor, contra la estética de la paz perfecta que ciertas elites han digerido como una forma de olvido.
En la chalina se reivindica al desaparecido y al familiar que espera. Ambos existen y se entiende que su “presencia” desespere a los partidarios del olvido.
La dinámica memoria y antimemoria se instaló al mismo tiempo que finalizaron los trabajos de la CVR. En esta pugna de 7 años la memoria ha florecido, lozana, en tanto que la antimemoria se ha hecho vieja, amargada, irritable e intolerante. Luce algunas victorias legales, como la paralización de juicios por violación de DDHH, aunque ha perdido batallas importantes. Derogaron su DL de impunidad, no pudo desalojar a la exposición fotográfica Yuyanapaq del Museo de la Nación ni paralizar el proyecto del Lugar de la Memoria.
Al contrario, estos años han dado vida a varios centros y casas de la memoria, el último de ellos en Huancavelica, inaugurado en agosto de este año, y a otras formas de recuerdo y demanda de justicia, entre monumentos, obeliscos, estelas, plazas, mausoleos, museos, renombramiento de calles, parques, esculturas y murales. La existencia del Centro de Información para la Memoria Colectiva de la Defensoría del Pueblo, del Consejo de Reparaciones y del Registro de Víctimas, todos con carácter oficial, es una evidencia de que a pesar de las resistencias, es posible no perder la memoria. Ni la razón.