La República
Jueves 2 de diciembre 2010
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/02-12-2010/la-chalina-y-la-memoria
La muestra de La Chalina de la Esperanza iba a estar 22 días en el Centro Cultural de la Municipalidad de San Isidro, pero debió ser desmontada cuatro días después de inaugurada en protesta por la censura municipal a sus contenidos. Así continúa, no termina, la vida pública de una hermosa iniciativa que recrea desde el arte, simbólicamente, la existencia de los familiares de los desaparecidos y su demanda de justicia. Otros llamados a la memoria, como la muestra fotográfica Yuyanapaq y el Ojo que Llora, atacado dos veces, también han padecido la furia de la antimemoria.
El colectivo Desvela que impulsa el proyecto La Chalina de la Esperanza, formado por Marina García, Paola Ugaz y Morgana Vargas Llosa, se propone reivindicar la memoria sobre los años de violencia haciendo énfasis en los familiares de los desaparecidos, particularmente las mujeres. Cada paño de la chalina es una historia contada con las manos y un desmentido a la pretensión de silencio. Junto a su valor documental expresa una estética del dolor, contra la estética de la paz perfecta que ciertas elites han digerido como una forma de olvido.
En la chalina se reivindica al desaparecido y al familiar que espera. Ambos existen y se entiende que su “presencia” desespere a los partidarios del olvido.
La dinámica memoria y antimemoria se instaló al mismo tiempo que finalizaron los trabajos de la CVR. En esta pugna de 7 años la memoria ha florecido, lozana, en tanto que la antimemoria se ha hecho vieja, amargada, irritable e intolerante. Luce algunas victorias legales, como la paralización de juicios por violación de DDHH, aunque ha perdido batallas importantes. Derogaron su DL de impunidad, no pudo desalojar a la exposición fotográfica Yuyanapaq del Museo de la Nación ni paralizar el proyecto del Lugar de la Memoria.
Al contrario, estos años han dado vida a varios centros y casas de la memoria, el último de ellos en Huancavelica, inaugurado en agosto de este año, y a otras formas de recuerdo y demanda de justicia, entre monumentos, obeliscos, estelas, plazas, mausoleos, museos, renombramiento de calles, parques, esculturas y murales. La existencia del Centro de Información para la Memoria Colectiva de la Defensoría del Pueblo, del Consejo de Reparaciones y del Registro de Víctimas, todos con carácter oficial, es una evidencia de que a pesar de las resistencias, es posible no perder la memoria. Ni la razón.
El colectivo Desvela que impulsa el proyecto La Chalina de la Esperanza, formado por Marina García, Paola Ugaz y Morgana Vargas Llosa, se propone reivindicar la memoria sobre los años de violencia haciendo énfasis en los familiares de los desaparecidos, particularmente las mujeres. Cada paño de la chalina es una historia contada con las manos y un desmentido a la pretensión de silencio. Junto a su valor documental expresa una estética del dolor, contra la estética de la paz perfecta que ciertas elites han digerido como una forma de olvido.
En la chalina se reivindica al desaparecido y al familiar que espera. Ambos existen y se entiende que su “presencia” desespere a los partidarios del olvido.
La dinámica memoria y antimemoria se instaló al mismo tiempo que finalizaron los trabajos de la CVR. En esta pugna de 7 años la memoria ha florecido, lozana, en tanto que la antimemoria se ha hecho vieja, amargada, irritable e intolerante. Luce algunas victorias legales, como la paralización de juicios por violación de DDHH, aunque ha perdido batallas importantes. Derogaron su DL de impunidad, no pudo desalojar a la exposición fotográfica Yuyanapaq del Museo de la Nación ni paralizar el proyecto del Lugar de la Memoria.
Al contrario, estos años han dado vida a varios centros y casas de la memoria, el último de ellos en Huancavelica, inaugurado en agosto de este año, y a otras formas de recuerdo y demanda de justicia, entre monumentos, obeliscos, estelas, plazas, mausoleos, museos, renombramiento de calles, parques, esculturas y murales. La existencia del Centro de Información para la Memoria Colectiva de la Defensoría del Pueblo, del Consejo de Reparaciones y del Registro de Víctimas, todos con carácter oficial, es una evidencia de que a pesar de las resistencias, es posible no perder la memoria. Ni la razón.