jueves, 31 de marzo de 2011

Danza de miedos

La mitadmasuno
La República
Jueves 31 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/31-03-2011/danza-de-miedos


Las elecciones democráticas de los últimos 30 años las ganaron los candidatos del centro que supieron organizar y representar una mayoría política que deseaba cambios de intensidad media y/o limitada; es la historia de Belaunde II, García I, Fujimori, Toledo y García II. En estos casos se tendría por erróneas dos afirmaciones: 1) que ganó la continuidad o el no cambio; y 2) que los ganadores representaban una minoría política.

Las encuestas recientes indican más que un empate técnico. Por un lado, evidencian nuestra imposibilidad de construir una mayoría política o por lo menos un bloque de un tercio. Un candidato por el que piensan votar solo 2 de 10 peruanos ya está tocado por el virus de la ilegitimidad. En la región, en Chile, Brasil, Uruguay, Colombia y Argentina (salvo en las elecciones del 2003) las primeras vueltas mostraron la capacidad del sistema político para generar mayorías y bloques consistentes. En cambio, en Ecuador y Bolivia previos a R. Correa y E. Morales, varias elecciones mostraron el declive del sistema y su incapacidad de reproducirse. En ese momento parecemos encontrarnos ahora.

Del mismo modo, una lectura transversal de los sondeos expone la evidencia de la inviabilidad social de la idea del no cambio. Si el cambio tiene 20% es todavía pobre, pero le ha permitido a Humala duplicar sus preferencias. Al contrario, las versiones de la estabilidad se han fragmentado por la irrupción de PPK y porque estas no supieron equilibrarse, precisamente, con la demanda de cambios.

Desde ese ángulo, una hipótesis sería que la caída de A. Toledo y de L. Castañeda se debe a que las candidaturas de Humala y PPK funcionaron como “ataques” al centro político, donde encontraron a candidatos vulnerables enfáticos en la continuidad y no en las transformaciones de un país que demanda redistribución y eficacia, los acentos discursivos de ambos en su ruta al centro desde la derecha (PPK) e izquierda (Humala). Un segunda hipótesis sería, entonces, que lo que se encuentra en crisis es una forma de concebir el centro.

Este triple empate puede ser roto solo desde la ideología, es decir, desde el miedo: a Humala, a que los grandes grupos de poder se coman con PPK el país de un bocado o a que retornemos a la década de los 90. En esta danza de los miedos los votos podrían empezar a rebotar de un candidato a otro.

jueves, 24 de marzo de 2011

Los jóvenes humillados

La mitadmasuno
La República
Jueves 24 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/24-03-2011/los-jovenes-humillados

La mayoría de estrategas de la actual campaña considera a los jóvenes electoralmente estúpidos, poco informados y altamente frívolos, de modo que frente a ellos no valen las ideas. Presumen que con ese sector basta una buena combinación de colores en la publicidad, algo de bulla en la TV y el uso profuso de las redes sociales con mensajes trillados. Ese modelo de campaña elude los problemas reales y vigentes de los jóvenes y propone una interlocución política/joven reducida a lo lúdico. En resumen, la juventud solo demanda diversión, no derechos.
Esa visión conservadora, en un país ya conservador, no asocia como antaño a los jóvenes al cambio y por ello no se lo proponen. Los candidatos jóvenes sintetizan esa cultura ejerciendo ellos mismos un discurso que humilla a la juventud. A lo más llegan al manido “¡Ahora le toca a los jóvenes!”, sin explicitar la agenda joven del Perú actual.
Un problema de esta campaña es la apatía ciudadana y, en ella, la de los jóvenes. Su inhibición política contrasta con el grado elevado de su frustración en temas públicos sobre los que la sociedad y el Estado presentan déficits insostenibles. El discurso proeducación de la mayoría de candidatos no atiende la totalidad de las expectativas de los jóvenes, como la falta de empleo o el empleo precario, la exclusión social, el temor al futuro sin protección, su seguridad personal y la amenaza de las drogas, entre otros.
Lo que más me llama la atención, no obstante, es la exclusión de los jóvenes de la campaña electoral. Salvo casos muy específicos de candidatos al Parlamento, la tendencia general es imaginarse a los jóvenes como oyentes y destinatarios del mensaje, nunca como actores, protagonistas y parte del proceso electoral. Es natural que ello suceda; al expropiarse a los ciudadanos aspectos claves de la democracia, como la elección de sus candidatos y el diálogo programático, también se les arrancó a los jóvenes la voz del cambio. A la exclusión social de millones de ellos le ha seguido su exclusión política. Por eso, los jóvenes son protagonistas de las decenas de conflictos sociales que agitan el país en esta etapa.
Quizás sea tarde para pedir una corrección, que se abandone el modelo de campaña que subestima y agrede a los jóvenes. No es tarde, sin embargo, para que ellos mismos sientan que deben definir una postura frente a ese tipo de campaña, de política y de democracia.


viernes, 18 de marzo de 2011

la democrcia portátil

La mitadmasuno
La República
Jueves 17 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/17-03-2011/la-democracia-portatil

Estas elecciones, las primeras de la democracia sin partidos, ya cobraron una víctima; en realidad son millones: los ciudadanos. Nunca se había visto un nivel tan alto de desmovilización de los electores. Es también inédita su marginalidad del proceso electoral y su poca importancia para los candidatos y para los medios.

Los mítines concentran, en el mejor de los casos, pocos cientos de personas, en tanto que la campaña se reduce a recorridos por las calles en un modelo carnavalesco, es decir,  carros alegóricos, saludos desde lejos y el arrojo de regalos. Lo más cercano a un contacto directo son la visitas relámpago a los centros de concurrencia diaria. Por eso la mayoría de candidatos ha visitado los mismos mercados, ha cargado a los mismos niños y ha besado a las mismas mujeres.

El eje de las campañas anteriores, en línea decreciente, eran los militantes de los débiles partidos que pugnaban por ganar las calles, hablar con la gente, abrir locales y distribuir  propaganda. En esta etapa, han sido reemplazados por las llamadas “portátiles”, grupos de tarea rentados para toda actividad electoral y que pueden servir a destajo a uno o más postulantes.

Albricias, hemos tercerizado la militancia política y las emociones partidarias y hemos canjeado a los adherentes por barras bravas.
Lo más cercano al diálogo entre candidatos y electores es el que se produce desde la publicidad en radio, TV y diarios en un formato genérico que no diferencia a los emisores. La otra aspiración de diálogo son los paneles publicitarios, espantosa expresión de la Torre de Babel que es la política peruana: muchos mensajes, gran confusión y harto dinero. Es paradójico que, en ese contexto, algunos candidatos digan que su campaña se basa en escuchar a la gente.

Estos fenómenos agregados están produciendo cambios cruciales. La formación de un escenario con cinco candidatos principales evidencia una alta fragmentación y, al mismo tiempo, la baja legitimidad de los postulantes. En perspectiva, es un aviso de la dificultad de nuestro sistema para formar una mayoría política. Desde la sociedad, el mensaje es también directo, la fragilidad de la opinión pública, es decir, la poca cohesión de los juicios compartidos por los peruanos. Entre los peligros de una democracia débil como la nuestra, uno de los mayores es el espiral del silencio. Toda incertidumbre tiene un precio.

jueves, 10 de marzo de 2011

Techos (de vidrio)

La mitadmasuno
La República
Jueves 10 de marzo de 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/10-03-2011/techos-de-vidrio

En el análisis de las recientes encuestas predomina la idea de que la intención de voto de los candidatos se ha estancado, salvo el ligero incremento de Ollanta Humala. Desde allí se especula que los “grandes” han llegado a su techo electoral o bajado por efecto de las campañas en contra. Una apreciación más cuidadosa puede conducirnos a conclusiones distintas.

Los candidatos que crecieron entre diciembre y febrero lo hicieron a pesar de las campañas en contra y porque impactaron en una parte del electorado con ideas sugerentes. En comparación, los candidatos congelados en ese período o que cayeron solo “vivieron” del consumo de las adhesiones previas a la campaña. A diferencia del 2006, luego de 12 semanas febriles, parece que las contracampañas son el leit motiv de estas elecciones pero su éxito es discutible.

En estos días, más que los candidatos es la campaña misma la que ha llegado a un techo. Todos los mensajes se han agotado, incluso los de quienes se las pasaron en pruebas toxicológicas. No se puede afirmar que no hay ideas en la campaña, pero no tienen la magnitud de lo que el país necesita y demanda. Entre las pequeñas ideas, predominan las metas generales, las ofertas imprecisas, donde el cómo, es decir, la política pública, se encuentra ausente.

En esa dirección, conviene que los candidatos se propongan seriamente relanzar sus campañas y abrir hasta el 10 de abril una nueva etapa propositiva de cara a cambios y reformas. La receta Rendón (tira barro y reinarás) no sirve por ahora. Deberían fijarse en sí mismos y en las grandes ideas que reclama un país que bulle por el cambio político y en donde 4 de cada 10 electores tiene dudas o no ha definido su voto.

Ningún candidato ha caído gracias a la guerra sucia del otro sino por sus errores o, quizás, por su propia guerra sucia. Para este nuevo momento no parece haber techo electoral. Solo hay techo electoral para el mensaje manido. La gobernabilidad del país reclama que quienes pasen a la segunda vuelta alcancen juntos por lo menos dos tercios de los votos y lleven al Congreso bancadas numerosas que eviten la formación de bloques que los excluyan. Así pues, la novedad no está en los números por sí mismos ni en los supuestos techos electorales. Como al inicio de la campaña, lo central son las ideas. O la falta de ellas.