La mitadmasuno
La República
5 de enero 2018
Juan De la Puente
La crisis generada por la no vacancia y el
indulto, constituidos en un solo momento, permanece latente, con todas las
opciones abiertas, en un escenario que, sin embargo, se encuentra suspendido en
el aire. Al silencio del presidente y de Keiko Fujimori, se suma el silencio
específico del ala albertista del fujimorismo respecto a su colaboración con el
Gobierno; la incertidumbre sobre el anunciado nuevo gabinete; y la permanencia
de Fujimori en la clínica hasta ayer, un limbo territorial que no le permite tomar
grandes decisiones. La reciente declaración de Fuerza Popular no altera lo
señalado.
Más que nunca es vigente la imagen de una elite
que sobrevive en una nube; una evidencia más de una crisis a la que le falta
guion, una situación en la que sobran las contradicciones, pero escasean las
soluciones. La clave reside en el viejo mal de todas nuestras últimas crisis:
la debilidad de las partes.
La ecuación se alarga en busca de desenlaces. No
vacancia/indulto, más fraccionamiento de Fuerza Popular, más debilidad del
gobierno, y más indignación ciudadana en las calles, han trastocado el (des)
orden de cosas heredados de las elecciones del 2016. No obstante, quien creía
que estas explosiones continuadas se iban a transformar en una llamarada
uniforme, intensa y vasta, se equivocó.
A casi dos semanas del indulto, la crisis que
generó este hecho no es febril. La indignación ha disparado 10 puntos la
oposición al indulto, y ha rebajado en otros 10 puntos el porcentaje a favor de
la libertad de Fujimori. De hecho, ha equilibrado las memorias, la memoria
autoritaria y la memoria democrática, y desembocado en una movilización viva,
la segunda de ellas en las calles, liderada prometedoramente por los jóvenes.
No obstante, las dos fuerzas organizadas alrededor de Fujimori –anti y pro-
poseen vanguardias, pero ellas tienen dificultades de pasar de una limitada
agitación porque la opinión pública erizada, está de espaldas a la política.
Existe un reagrupamiento de fuerzas en proceso.
Que no se tengan grandes masas en las calles no significa que no existan
grandes ideas en pugna. La opinión pública está dividida con relación a
Fujimori en dos mitades -el indulto (impunidad) y la prisión (justicia)- y con
relación a Kuczynski en tres bloques desiguales, entre la no vacancia (38%), la
vacancia con sucesión de los vicepresidentes (29%) y el adelanto de elecciones
(24%), haciendo de las dos últimas opciones, juntas, las mayoritarias.
En la elite, en cambio, la tercera opción no
existe, y en las alturas la no vacancia es muy predominante. Respecto al poder,
las masas están en modo off y la elite en modo on; en esta crisis, el segmento
social que pide cambios es más radical que sus líderes (otra vez la falta de
guion).
En este escenario suspendido en el aire, los
movimientos menores reducen el impacto del indulto a la espera de grandes
hechos. El acto llamado a realinear las fuerzas es el nuevo gabinete, a partir
del cual se empezará a jugar la primera etapa del posindulto. Por ahora, el
tiempo corre en favor de PPK y contra el resto. Solo una mayor movilización
ciudadana, ya no solo contra el indulto sino contra la permanencia en el poder
de PPK, o una nueva revelación explosiva, podrían bloquear rápidamente este
primer tiempo del posindiulto. El Perú ya ha perdonado grandes traiciones en la
democracia reciente, por lo menos dos: la de Fujimori y el shock (1990) y la de
Humala y la gran trasformación (2011).
La falta de guion de la crisis y la debilidad de
sus adversarios podrían salvar a PPK en el corto plazo. Pero que PPK transite
el posindulto sin caerse del caballo es una cosa, y que siga cabalgando más
adelante, es otra. Si reconstruye su gobierno con alianzas sociales (Fujimori
1990) y alianzas parlamentarias, aunque sea intermitentes (Humala 2012), su
esperanza de vida será mayor. El fujimorismo dividido y el antifujimorismo en
la encrucijada, atrapado entre las opciones de reducir su acción a la lucha
contra el indulto y la salida de PPK del poder, favorecen la tendencia a la
continuidad del presidente.