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viernes, 9 de enero de 2015

Las tres ideas del 2015. 02/1/2015

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/las-tres-ideas-del-2015-02-01-2015
La República
La mitadmasuno
2 de enero de 2015
Juan De la Puente
En el escenario que se organiza de cara a las elecciones del próximo año imposible pedir una reconciliación política. La competencia partidaria tiene sus propias leyes y la etapa cuyo inicio coincide con el nuevo año tendrá más de confrontación que de cooperación. En cambio, suena sensato demandar dos condiciones para el desempeño de la agenda pública: estabilidad y veracidad con el futuro.
Lo primero es deseable pero difícil de lograr, considerando la debilidad del gobierno y de la oposición, el amplio campo de maniobra de los medios, la falta de control (y de autocontrol) de algunos hombres públicos e instituciones, y la vida propia que adquirieron un puñado de escándalos, denuncias y controversias. Aun así, debe tenerse en cuenta que un escenario extremadamente inestable no parirá necesariamente un gobierno fuerte y con apoyos iniciales sustantivos.
La veracidad de las propuestas obliga a un compromiso con el porvenir más que con el presente. No obstante, los fenómenos que marcaron el año pasado, la explosión de la corrupción, la desaceleración de la economía, el delito como el principal problema nacional y la crisis en varios órganos del Estado no tendrán la misma respuesta. Tres ideas que responden a esta realidad son y serán ensayadas este año, y tendríamos que ser conscientes más allá de las banderas partidarias e ideológicas de sus efectos en el mediano plazo y de los riesgos para nuestro futuro.
La primera es la del inmovilismo; es la idea que preconiza que casi todo está bien, salvo pequeños desajustes. Esta perspectiva conservadora señala que si el país vuelve a la senda del crecimiento económico a una tasa alrededor del 5% y que si se pone freno a las tendencias antisistema, habría que cambiar poco, a lo sumo controlar la corrupción y contener el crecimiento del delito. Privada de un análisis sobre el origen de las cosas, esta perspectiva acrítica y cortoplacista se apresta a repetir el libreto de las elecciones del 2006 y 2011 premunida de la convicción de que todo cambio ofrecido tiene el tufo chavista.
La segunda es la del cambio muy acotado; es la idea que preconiza un abordaje de las consecuencias con poco énfasis en las causas. Por ejemplo, frente al estallido de la corrupción, propone más control; y ante el auge del delito, más penas, más policías, más cárceles y más autoseguridad. Esta perspectiva predomina entre líderes y partidos políticos y desde esta visión se construirán la mayoría de discursos y programas para el 2016.
La tercera es la de la reforma; es la idea que con matices señala que si bien no todo está mal, ha concluido el impulso de la transición iniciada hace 14 años y que el país necesita abrir un nuevo ciclo de renovación institucional y de políticas. Esta perspectiva tiene una diferencia crucial con los programas que compitieron en la segunda vuelta del 2006 y con el que ganó la segunda vuelta del 2011, todos ellos más centrados en el cambio económico, al señalar que el cambio político-institucional del Perú es apremiante e imprescindible.
¿Por qué esta idea que ha definido los ciclos de cambio en los que se embarcan Chile y Uruguay, y en menor medida Colombia y Brasil, no es mayoritaria en el Perú? Imposible responder sin tocar sensibles fibras de nuestra conciencia colectiva, de nuestro violento pasado reciente y de nuestros fracasos de la última década. Alberto Vergara ha definido con acierto esta conciencia como expresión de un desencuentro entre dos promesas, la neoliberal y la republicana.
Esta conciencia amenaza con ser permanente. La idea de la reforma no es popular, es contestada desde los medios y el poder económico con desconfianza, la academia remolonea frente a ella y hasta la izquierda, históricamente sensible, se distancia. De esta negativa colectiva parece haberse escapado una parte de esta reforma, la que refiere a las reglas de juego electoral que, sin embargo, el Congreso ha secuestrado. Aun así, a pesar de su soledad, esta idea se encuentra a la búsqueda de una representación política. Ojalá la encuentre.