La República
La mitadmasuno
13 de diciembre
de 2019
Juan De la
Puente
Fui
invitado por el Instituto de Gobierno de la USMP a comentar las memorias del ex
presidente Alan García Perez, Metamemorias, junto a los profesores Hugo
Neira y David Hidalgo, quienes analizaron enjundiosamente el texto desde la
acción de gobierno y la condición humana, respectivamente. En mi caso, me
interesó mucho el testimonio de García desde la historia y la actividad
militante.
Las de AGP
y de José Rufino Echenique –publicadas por Jorge Basadre y Félix Denegri en los
años cincuenta– son las únicas memorias de ex presidentes peruanos en un país
sin memoria y sin memorias. A ellos se sumarían las que se afirma elabora el ex
presidente Francisco Morales Bermúdez, y las que habría dejado el ex presidente
José Pardo y Barreda –según me comenta Fernán Altuve– y que sus
descendientes habrían preferido mantener inéditas.
Nuestra
historia cuenta con las memorias gubernativas de virreyes al terminar sus
funciones; las colecciones epistolares de presidentes, ministros, generales y
caudillos; los mensajes presidenciales a la Nación; y las memorias gubernativas
de funcionarios de menor rango. Agregaríamos a ese bagaje algunos textos en
modo de alegatos, como el de los ex presidentes Augusto Leguía (Yo
tirano yo ladrón), José Luis Bustamante y Rivero (Tres años de lucha por la
democracia en el Perú) o los tres textos sobre la guerra con Chile que salieron
del dictado que hiciera el mariscal Andrés A. Cáceres en los años que
residió en Berlín, entre otros.
He accedido
al libro de AGP con objetividad y respeto, manteniendo obvias diferencias con
algunas reflexiones, sobre la izquierda, por ejemplo. Encontré un texto a medio
camino entre la memoria y el alegato, escrito de modo épico y directo, y que
corresponde a un autor en movimiento, sin reposo. No son las memorias de un
jubilado. Es un testimonio que intercala el relato en primera persona con la
observación desde lejos, siempre arribando a la política, desde la historia,
literatura, filosofía y la política misma.
El texto de
500 páginas y 12 capítulos acompaña la evolución de García desde el aprismo en
su versión popular progresista (1977-1987) a su aprismo liberal (2006-2019), a
tono del comentario que alguna vez me hiciera Armando Villanueva sobre
varios modos de pensar el aprismo luego de Haya de la Torre.
En sus
páginas he encontrado algunas notables sorpresas como la interpretación
marxista del surgimiento del Apra, con mención de Gramsci incluida, como un
esfuerzo de construir una hegemonía social más allá de la fundación de un
partido, y una crítica poco velada a la Constitución de 1979 que, anota,
concedió al Estado un papel hipertrófico, en parte porque Haya ya estaba
ausente por su enfermedad.
La parte
que me parece más lograda reúne el relato en primera persona entre los años
1977 y el fin de su primer gobierno: son 120 páginas relatadas desde una
autocrítica programática y no ideológica, como se lo ha exigido la derecha
desde entonces.
Mención
aparte merece su recuento de la campaña electoral del 2016 en el que lista
cinco errores, entre ellos basar su candidatura en el recuento de obras y no en
el mensaje de cambio, y la referencia a Alberto Fujimori, aliado, enemigo
y nuevamente aliado, pero sobre quien decidió no ejercer ni venganza ni
escarnio, reconociendo que fue juzgado en un proceso apasionado, público y
justo.