La República
La mitadmasuno
26 de junio de 2012
Juan De la Puente
El informe “Perú: la oportunidad de un nuevo ciclo de desarrollo”, presentado hace poco por el PNUD e Idea Internacional como parte de los trabajos iniciales en el país del Proyecto Análisis Político y Escenarios Prospectivos (PAPEP), se introduce en el análisis de los escenarios probables del proceso peruano, resumiendo en cuatro las opciones del actual ciclo político, de cara al 2016. El primer escenario, el deseado, es el de la inclusión democrática y productiva, es decir, la apertura de una ruta de la inclusión desde el Estado con medidas políticas y económicas que dinamicen la ciudadanía y una mayor calidad del crecimiento económico orientadas a superar las brechas de desigualdad. El segundo, el escenario al que al parecer nos dirigimos, es la inclusión incompleta sitiada por los conflictos sociales, sin reformas políticas pero continua en el crecimiento económico. El tercero, es el bloqueo del proceso político por falta de crecimiento económico, la paralización de las políticas de distribución y el tratamiento autoritario de las demandas sociales; y el cuarto, el de la estatización de la inclusión, es decir, la vía del Estado gran empresario, protagonista de la economía.
El Perú se encuentra evadiendo la ruta de las reformas, aun las que podrían recoger rápidos consensos, como las que podrían fortalecer a los partidos, su financiamiento, la calidad del voto y de la representación; y ha renunciado, palabras más palabras menos, a mejorar el papel regulador del Estado y a reconocer en los descontentos potenciales ciudadanos de una economía de mercado que respete a su entorno, a los consumidores y a los trabajadores. La ruta por la que se conduce el proceso, a tientas, está jalonada por el malestar y jaqueada por los poderes fácticos.
El desarrollo de este escenario es interesante para el análisis prospectivo. Supone un esfuerzo muy intenso de los movimientos sociales para no ser invisibilizados aunque es probable que ese activismo no se traslade automáticamente a una organización política. Del mismo modo, los grandes poderes económicos que tensan el ciclo político no están en condiciones de alumbrar una alternativa vigorosa muy propia y solo les queda adherirse a proyectos tipo PPK o esperar una segunda vuelta el 2016 para apostar todas sus fichas contra el cambio. En ese escenario emergen como tres opciones con desarrollo propio: los descontentos que por ahora no levantan ninguna bandera electoral ni adhieren a caudillo alguno, el Apra que aguarda sigilosa una ventana electoral por donde emerger y el fujimorismo, con caudal propio.
Visto el segundo escenario del informe del PAPEP en esa posibilidad perdemos todos, incluso los que ganarían electoralmente con un país polarizado entre la mala política y la buena economía. Si la reforma peruana se bloquea, la gobernabilidad luego del 2016 estará mucho más amenazada. Está claro que el momento es ahora.
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