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sábado, 19 de marzo de 2016

Tú, el gran ausente

http://larepublica.pe/impresa/opinion/745900-tu-el-gran-ausente
La República
La mitadmasuno
4 de marzo de 2016
Juan De la Puente
La campaña ha sido hasta ahora protagonizada por los medios más que por los candidatos y por la ciudadanía, en ambos casos los más débiles de las últimas décadas. Los militantes de los partidos están en el lado marginal del proceso, salvo en aquellos grupos que se atrevieron a realizar verdaderas elecciones internas o abiertas para designar sus candidatos, en tanto que los movimientos sociales en franco reflujo también se han excluido de la campaña. Son pocos los sectores (derechos humanos, trabajo, construcción, ambiente y empresarios) que han organizado eventos que permiten a los candidatos detallar sus propuestas.
Los medios lograron una resonante victoria frente a la política al poner como el indiscutible eje de la campaña la transparencia, gracias a las revelaciones sobre la ética de los candidatos, su pasado personal y su falta de coherencia en las ideas. Esa es la principal y saludable perturbación electoral para un sistema que creía que este proceso electoral solo discutiría el recambio de gobierno.
Es cierto que los medios han sintonizado en este punto con el rechazo popular a la elite política. Esta suerte de temperamento antisistema tiene sus códigos porque también es correcto afirmar que el interés en desnudar la ética de los candidatos no es igual y parejo. Algunos medios sesgan el control de la transparencia, y solo en un tema preciso –los contratos del gas– se ha podido imponer desde la sociedad y la política una discusión profunda. Luego, otro asunto en el que se guarda resonante silencio es el financiamiento de las campañas electorales.
¿Dónde están los ciudadanos? No están o están muy poco. La frecuencia de mítines es menor a la de otros procesos electorales y lo que se tiene son movimientos de baja intensidad que implican caravanas, cortos recorridos, las consabidas visitas a mercados y las fiestas populares. El contacto directo con los ciudadanos ha empezado a dejarse en manos de los candidatos al Congreso, y fuera de Lima estos contactos se reducen a la oferta de obras. Es curioso que a poco más de 30 días de las elecciones solo dos candidatos operen una plataforma virtual para el diálogo personal con los ciudadanos, y que solo uno de ellos lo haga en vivo.
La lógica que atrapa el proceso electoral es la contracampaña que se monta sobre la información de la transparencia de los políticos. Este formato deja la iniciativa en manos de los medios y de los adversarios de manera que los candidatos tienen una escasa capacidad de movimiento y deben con frecuencia rehacer sus campañas en función de estas externalidades. Las redes sociales, con todo su poderío y actividad al máximo no son la excepción, al contrario son la expresión de ese formato y han sido hegemonizadas por la contracampaña. La politicatroll puede ser divertida, pero sigue siendo eso, poca política.
El candidato encadenado en la Plaza de Armas es el reflejo tragicómico de un verdadero drama: un proceso en que los políticos carecen de agenda y espacios manejados por ellos para colocar sus mensajes. Principalmente a esto último se debe que la mayoría de candidatos presidenciales rehúyan los foros y debates. No deja de ser paradójico que escaseen los espacios para el debate pero que la mayoría de candidatos presidenciales eludan los debates.
¿Dónde están los otros temas? No están. Es probable que hasta el 10 de abril debatamos la crisis de normas y de procesos ocasionado por la falta de reformas y por las presiones de algunos partidos para reducir el número de competidores. Debemos esperar que antes de esa fecha se produzca un choque duro entre el sistema electoral y los partidos/medios en este punto.
Hasta el 10 de abril no saldremos de la contracampaña; no existen condiciones para que este formato migre hacia otro con más presencia de ciudadanos y de contenidos o que los medios amplíen su oferta con programas de gobierno. Una campaña con poca política y escasa ciudadanía es un riesgo más para la futura gobernabilidad. Es lo que tenemos. No olvidemos que la falta de contenidos es sobre todo la ausencia de compromisos.