La República
La mitadmasuno
7 de septiembre de 2018
Por Juan De la Puente
Los últimos días el
sistema político peruano parece estar suspendido en el aire, en medio de una
sucesión de movimientos en varios espacios convergentes o divergentes. Estos
movimientos son cada vez más explícitos, una especie de batalla cuerpo a cuerpo
de los actores de una crisis que cada vez tiene más voces. Si al inicio de este
periodo sobresalía la identidad del Gobierno y la mayoría parlamentaria, se
asoman ahora con perfil propio la fiscalía, el principal aliado de Fuerza
Popular y la sociedad organizada, principal apoyo del Gobierno.
Un empate de fuerzas
impide por ahora la imposición de una de las partes, al punto de que no se sabe
qué es más decisivo, que la crisis no se resuelva o que no exista una fuerza
capaz de impulsar los cambios, incidiendo en este resultado provisional el
hecho de que la desafección social a la política es a todas las políticas en su
conjunto.
Es la hora de las
alianzas. El Gobierno, y en especial el presidente de la República, se
encuentra mejor ubicado para construir una coalición propia o, en su defecto,
para ser el centro y beneficiario de una coalición que lo respalde. La
convocatoria de una marcha contra la corrupción para el próximo 12 de setiembre marca la irrupción de un amplio consenso ciudadano, cuyo desempeño será decisivo para el
desenlace de este periodo crítico.
El fujimorismo, muy
aislado en la sociedad, tiene un espacio muy limitado para formar una coalición
propia, especialmente porque carece de estrategia política, o porque confunde
ella con una estrategia judicial. A propósito, la reanimación del caso
Chinchero, o nuevo discurso contra el Gobierno en torno a la anemia y la
reconstrucción del norte, tiene que pasar por el trámite de su conversión de motivos
poderosos contra Vizcarra para tener el impacto deseado. Ni Vizcarra es PPK, ni
Fuerza Popular de este tiempo es
el mismo grupo que desgastó eficazmente a PPK
admirablemente ayudado por este.
La caída de Kuczynski
se consumó luego de cuatro meses de una guerra intensa precedida de otros 12 de
extrema hostilidad, desde la interpelación de Jaime Saavedra, en diciembre de
2016. Fueron, además, 16 meses donde la misma lógica de la confrontación tuvo
que ceder a la presión ciudadana por la reducción del encono, una sucesión de
microciclos tensión/cooperación. Recordemos que PPK cayó por los Mamani audios.
Este es un momento
distinto en el que debe tenerse presente, además, la dictadura de los números.
No hay una talla perfecta del ropaje aprobación/rechazo de los políticos, pero
desde que las encuestas se generalizaron como un instrumento para medir las
capacidades y posibilidades de los partidos y líderes en el Perú, no se ha
registrado ninguna experiencia en que se pudo superar un alto porcentaje de
desaprobación sobre los dos tercios de los encuestados, especialmente si se
ejecuta una política extremista y antagónica.
El caso del alcalde
de Lima, Luis Castañeda es muy emblemático. Mientras no superó el 50% de
desaprobación (enero de 2017, IPSOS), pudo manejar su rechazo, pero cuando la
desaprobación trepó al 66% (julio de 2017, IPSOS), le fue imposible. Eso le
puede sucederá Keiko Fujimori, a Fuerza Popular y al Congreso, poseedores de un
altísimo rechazo que amenaza con ser endémico. Contra lo que dicen los refranes
y frases célebres, el odio no es estéril.
Es más, una parte de
los peruanos consideró justas las razones de la caída de PPK, lo que se expresó
en mejoras en la aprobación del Congreso y de su entonces presidente en los
meses de abril y mayo, de acuerdo a las mediciones de IPSOS. Sin embargo, no
premiaron por el mismo motivo a Keiko Fujimori que se acerca al 80% de
desaprobación, con una aprobación menor al 20%.
Aun asi el fujimorismo logre impactar a
Vizcarra, será difícil rodearle de una gran debilidad, salvo que él la propicie
con su inacción. La guerra contra Vizcarra, teniendo al costado a varios
Cuellos Blancos del Puerto defendidos de las acusaciones constitucionales, es
un imposible. Pueden plantarle cara a Vizcarra, pero no al Perú.
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