La República
16 de junio 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/15-06-2011/humala-agp-toledo-y-fujimori
Desde el 28 julio el presidente Humala tendrá frente a sí a tres ex mandatarios, dos de los cuales actuarán con miras al 2016. Aquí algunas hipótesis sobre sus opciones.
Fuera del poder Alan García potenciará sus posibilidades presidenciales. Tendrá las manos libres para reorganizar al Apra, todo indica a su imagen y semejanza, y desarrollar un perfil opositor luego del año de gracia que le otorgue al nuevo gobierno. La probabilidad de un tercer alanismo, no obstante, es desafiante; obliga a García a no repetir el modelo opositor centroizquierdista seguido entre el 2001-2006 frente a Toledo. Que el Apra y AGP se coloquen a la izquierda de Humala es improbable y que se ubiquen a su derecha, lo es aún más porque ese espacio tendrá demasiados inquilinos. Sabiendo del estilo García, su apuesta sería jugar un papel moderador y crítico al mismo tiempo, no antagónico, usando su expresidencia desde una postura razonable. Si se extrañaba la escopeta de dos cañones, podríamos tener muchos de esos disparos en el futuro.
Los desafíos de Alejandro Toledo son otros; su derrota en la primera vuelta fue atemperada por su pertenencia al bloque político ganador en la segunda ronda. A pesar de ello, no asumir la victoria y abrir solo una pequeña rendija para que Perú Posible participe en el gobierno, entraña sus riesgos. La ausencia de un pacto explícito le permitirá al toledismo arbitrar o moderar los cambios pero también deslizarse en una dirección conservadora. La imagen del partido en el gobierno pero Toledo fuera de él demandará mucha cintura, no pocos silencios y más de una incursión en el campo del gobierno y de la oposición.
Fujimori, preso o libre, hará política aunque su horizonte presidencial es casi nulo. Su fuerza personal se debilitará más si no logra, como en las historietas, transferirla a otro combatiente. La épica fujimorista es todavía más fuerte que su bancada, pero si Fuerza 2011 solo bloquea, no ganará puntos.
Las llaves de estas hipótesis las tienen Humala y esta sociedad, que han forzado el giro electoral a la izquierda. Si solo se cumpliesen, de modo gradual, los compromisos más emblemáticos se abriría una nueva etapa en el Perú, con un Estado y sociedad superiores en contenido democrático a la década posfujimorista. En este caso, el sistema político promovería un modelo de competencia política que obligaría a partidos y líderes a refundarse bajo el riesgo de morir.
Fuera del poder Alan García potenciará sus posibilidades presidenciales. Tendrá las manos libres para reorganizar al Apra, todo indica a su imagen y semejanza, y desarrollar un perfil opositor luego del año de gracia que le otorgue al nuevo gobierno. La probabilidad de un tercer alanismo, no obstante, es desafiante; obliga a García a no repetir el modelo opositor centroizquierdista seguido entre el 2001-2006 frente a Toledo. Que el Apra y AGP se coloquen a la izquierda de Humala es improbable y que se ubiquen a su derecha, lo es aún más porque ese espacio tendrá demasiados inquilinos. Sabiendo del estilo García, su apuesta sería jugar un papel moderador y crítico al mismo tiempo, no antagónico, usando su expresidencia desde una postura razonable. Si se extrañaba la escopeta de dos cañones, podríamos tener muchos de esos disparos en el futuro.
Los desafíos de Alejandro Toledo son otros; su derrota en la primera vuelta fue atemperada por su pertenencia al bloque político ganador en la segunda ronda. A pesar de ello, no asumir la victoria y abrir solo una pequeña rendija para que Perú Posible participe en el gobierno, entraña sus riesgos. La ausencia de un pacto explícito le permitirá al toledismo arbitrar o moderar los cambios pero también deslizarse en una dirección conservadora. La imagen del partido en el gobierno pero Toledo fuera de él demandará mucha cintura, no pocos silencios y más de una incursión en el campo del gobierno y de la oposición.
Fujimori, preso o libre, hará política aunque su horizonte presidencial es casi nulo. Su fuerza personal se debilitará más si no logra, como en las historietas, transferirla a otro combatiente. La épica fujimorista es todavía más fuerte que su bancada, pero si Fuerza 2011 solo bloquea, no ganará puntos.
Las llaves de estas hipótesis las tienen Humala y esta sociedad, que han forzado el giro electoral a la izquierda. Si solo se cumpliesen, de modo gradual, los compromisos más emblemáticos se abriría una nueva etapa en el Perú, con un Estado y sociedad superiores en contenido democrático a la década posfujimorista. En este caso, el sistema político promovería un modelo de competencia política que obligaría a partidos y líderes a refundarse bajo el riesgo de morir.
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