La República
12 de mayo 2011
Juan De la Puente
http://www.larepublica.pe/12-05-2011/cultura-mano-dura
En diciembre de 2006, el presidente de México Felipe Calderón ordenó la participación operativa del Ejército y la Marina en lo que bautizó como la guerra contra las drogas. Cuatro años y medio después, el pasado sábado 9 de mayo, 200 mil personas en la Plaza del Zócalo de la capital mexicana pidieron otra estrategia. El poeta Javier Sicilia, líder de la Marcha por la Paz, decía: “Los que estamos perdiendo la guerra, sufriendo la guerra, no es el bando criminal ni es el gobierno: somos nosotros. Nosotros estamos poniendo los muertos (…) la estrategia no sirve, lo demuestran 40 mil muertos, diez mil desaparecidos, diez mil inmigrantes secuestrados”.
Así acaba, con el pueblo en las calles clamando contra todas las violencias, la cultura de la mano dura contra el delito. La tragedia mexicana reside en la falta de salidas rápidas aun para replantear la estrategia equivocada. La imagen de un Estado grande y fuerte atrapado en una guerra ya perdida es inédita y aleccionadora, un buen ejemplo de las tendencias que no deberían impulsarse en el Perú, un país que debate su nueva conducta frente a la violencia común.
La receta del Servicio Militar Obligatorio (SMO) contra el pandillaje es parte de esa cultura de la mano dura que presume que la delincuencia juvenil es un problema exclusivo de orden público y no de exclusión social. La visión del SMO como castigo y de las FFAA como cárceles es muy atrasada. Si un país convierte a sus instituciones de la defensa en correccionales renuncia, al mismo tiempo, a que sean la familia, la comunidad y la escuela las que afirmen los valores cívicos.
Las teorías de la virilidad, la fuerza y la marcialidad como bienes sociales simbólicos civilizadores no abren una ruta necesariamente democrática. La militarización de la lucha contra la infracción juvenil es un primer paso. Luego arribaríamos al patrullaje militar de las calles y quizás a los tribunales militares, esta vez para juzgar el delito común. De hecho las FFAA combaten ahora al narcotráfico en el segundo valle cocalero, el VRAE, pero sus logros son muy escasos comparados con los de la PNP en el otro valle, el del Alto Huallaga.
El Perú posee experiencias exitosas de rescate social y de inclusión juvenil desde el ámbito local a las que no debería renunciar. Su problema consiste, quizás, en que no reportan réditos electorales inmediatos.