domingo, 29 de septiembre de 2019

La rebelión conservadora

https://larepublica.pe/politica/2019/09/27/la-rebelion-conservadora/
La República
La mitadmasuno
27 de setiembre de 2019
Por Juan De la Puente
Al escribir estas líneas, la Comisión de Constitución del Congreso había archivado el proyecto del Gobierno para reformar la Constitución y adelantar las elecciones generales al año 2020, a lo que el Gobierno respondió llamando a la movilización y prometiendo medidas de respuesta en el ámbito legal.
Hasta ahí los hechos registrados son previsibles; un Parlamento fortalecido internamente desafía a un Gobierno que ha perdido el paso en las últimas semanas, una dinámica en que los dos actores se traban en una disputa que por momento gana uno u otro. La pelota está en la cancha del presidente Vizcarra que debería reaccionar más allá de un discurso, con el famoso Plan B. En él descansa la posibilidad de que tengamos elecciones.
Lo que no era previsible es la trama que surge en paralelo a la pugna de poderes, o que se alimenta de ella, bajo el entendido de que está en juego no solo un calendario electoral sino el desenlace de la transición a la que hemos ingresado. Esa trama está signada por la formación de una amplia coalición conservadora y por el debilitamiento del frente político y social –no lo llamaría ahora coalición por su volumen y su capacidad operativa– que propone una salida democrática y reformista de esta etapa crítica, de cara a los derechos y libertades.
Desde el 7 de julio del año pasado, cuando explotaron los CNM audios, la defensa del sistema en toda su dimensión carecía de forma y contenido. Dicho de otro modo, el sistema estaba a la defensiva, y así lo exteriorizaron los eventos del período julio 2018-enero 2019. La votación en el referéndum del 9 de diciembre y la caída del fiscal de la Nación a inicios de enero fueron los últimos sucesos de ese ciclo.
Dijimos poco después que esa rebelión había terminado; el relumbrón de la propuesta del adelanto electoral el 28 de julio parecía significar su relanzamiento, pero las semanas que sobrevinieron instalaron una dinámica que está dejando de ser directamente proporcional (la pugna potenciaba o debilitaba a las partes, principalmente lo segundo) para ser inversamente proporcional: el fortalecimiento conservador tiene como contraparte el debilitamiento de sus oponentes.
La derrota del manual en este punto no reside exclusivamente en la fuerza del sistema, sino en dos elementos de los que habría que hacerse cargo. El primero es la irrupción de una narrativa de cambio con discurso conservador, que pretende recrear el sistema e impedir su renovación y apertura, a tono con el resurgimiento del clamor derechista en la región. El segundo, es la movilización social que ha producido la narrativa de cambio conservador, con un discurso populista, mil veces más radical que el de sus adversarios liberales y progresistas, increíblemente no detectado por las máquinas buscadoras de populistas instaladas en los medios.

Nos jugamos las elecciones adelantadas como salida del pantano en el que nos movemos en los últimos años, pero más que eso el inicio de un ciclo conservador en el que las fuerzas que lo impulsan quieren todo el poder. Los llamados al diálogo con propósitos de gobernabilidad y un pacto para destrabar la transición son sugerentes, pero parecen más los pedidos de un armisticio que olvida el sentido de esta batalla.

martes, 24 de septiembre de 2019

El reino de los jueces justos


El reino de los jueces justos
Por Juan De la Puente

Gran Bretaña tiene hoy dos reinados, el de Isabel y el de los jueces justos. Es muy importante leer en clave constitucional, y por supuesto jurídica, la histórica sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido que ha declarado “ilegal”, “nula y “sin efectos”, es decir inexistente desde el origen la decisión del premier Boris Johnson de suspender el Parlamento.
Esta lectura debe salir del análisis básico que privilegia como primer hecho la derrota política de Johnson o que el Parlamento siga en funciones. Lo es, cierto, pero los elementos de la sentencia son categóricos para el derecho constitucional y no solo en la esfera angolsajona. Hace ya mucho tiempo que las principales instituciones de fibra constitucional son objeto de la jurisprudencia y doctrina trasversal a los modelos constitucionales.
Es preciso reparar que la decisión fue tomada por unanimidad, que refleja un cuerpo conceptual sin fisuras en este caso, por los 11 miembros de un tribunal joven, que funciona desde el año 2009 y que sustituye a la Cámara de los Lores como máximo tribunal de apelación, resuelve conflictos de competencia y sobre leyes aprobadas por el Gobierno, una especie de Tribuna Constitucional ampliado a otras competencias civiles, creado gracias a una reforma constitucional pactada el año 2005.
Antes y después hubo y habrá judicial review en el mundo anglosajón, pero esta sentencia tiene otro significado. Esta sentencia resume la avocación política de los jueces, contrario a lo sostenido por siglos de doctrina británica. Con esta decisión, se concreta la transformación del modelo de soberanía política inglesa, que presume que es el Congreso el titular de la soberanía y no el pueblo –antes el rey- una superación de Hobbes y Locke al mismo tiempo casi 350 años después de la Revolución Inglesa que le costó la cabeza a Carlos I.
Es cierto que en este caso son los jueces los que defienden al Parlamento del Gobierno de Jhonson, pero en general, se establece el precedente que un juez puede adoptar en Gran Bretaña una decisión con efecto político de gran calado para entregar o proteger derechos y restaurar prerrogativas públicas, participando de ese modo en el equilibrio de poderes.
El hecho de que sea un tribunal judicial el que reabra un Parlamento cerrado eleva el papel de control en el sistema político moderno, sea cual fuese el sistema, ya sea de control único (solo difuso) o dual (difuso y concentrado). Con esta sentencia, Gran Bretaña ha ingresado por la puerta grande al control “semi-concentrado”, considerando las funciones y el origen de los miembros del Tribunal Supremo –designados por la reina a propuesta del primer ministro.

En un sistema que carece de codificación y de Constitución escrita, es llamativo que se genere sin embargo jurisprudencia escrita, y que esta no se base en la literalidad de la ley, la pasión de los constitucionalistas profanos. La sentencia no se basa en el postulado jurídico del Gobierno de Jhonson –“es una costumbre británica el cierre del Parlamento y forma parte de mis atribuciones”- sino en una reflexión constitucional muy enjundiosa y profunda que está relacionada con el riesgo de un Brexit salvaje sin control parlamentario, que puede traer “consecuencias extremas" para la democracia. El tribunal cree que Jhonson ha engañado a la reina y que su gobierno ha sido incapaz de dar razones convincentes para justificar su decisión.  Los jueces han fallado contra una triquiñuela política que consiste en afirmar que una decisión importante para la democracia solo basta que se legal o convencional. Es necesaria que, además, sea justa.

Cuatro datos que encajan

https://larepublica.pe/politica/2019/09/20/cuatro-datos-que-encajan/
La República
La mitadmasuno
20 de setiembre de 2019
Juan De la Puente
Nunca como ahora, desde que se mide la opinión pública en el Perú apareció con tanta claridad la distancia entre los ciudadanos y la élite. En un país donde el remoquete de populista es una pulsación primaria que intenta acabar con lo que no se entiende, la sociedad nos brinda una lectura racional y abierta de esta etapa incierta, la primera de una transición que se anuncia larga.
Cuatro datos de la reciente encuesta de Ipsos son aparentemente discordantes; resumen, no obstante, brechas pronunciadas entre la situación de los actores, es decir, entre su disponibilidad y sus reales posibilidades. El 70% se muestra a favor del adelanto electoral, pero solo el 46% cree que se adelantarán las elecciones. Luego, el 48% aprueba la gestión de presidente Martin Vizcarra, aunque el 65% se opone a su vacancia.
En un ejercicio de agregación y desagregación continua, estos datos revelan la existencia de una mayoría favorable a que se ponga fin a este ciclo político. Esta mayoría, sin embargo, no es rupturista; apuesta por una transición democrática, un “que se vayan todos” en clave constitucional y pacífica. Y si se puede, pactada.
Los 24 puntos que median entre el respaldo al adelanto electoral y la probabilidad de su realización son el reconocimiento de la fortaleza de un sistema que se niega al cambio a pesar de los remezones. De ahí irrumpe un código de la transición que debe ser visibilizado: el dato grueso no es la demanda de cambio sino la resistencia a él.
En vías de agregación, la primera tendencia de estos datos, a 50 días de la propuesta de adelantar las elecciones, es un equilibrio entre “adelantismo” y continuismo. Es un equilibrio en movimiento que si bien hace “archivable” la propuesta del Ejecutivo, está a la espera de un giro del Gobierno en respuesta, el famoso Plan B que se le reclama al presidente.
No debe obviarse una segunda tendencia, el ritmo lento de esta transición contra una élite afligida que sobreactúa y se ataranta. Los ciudadanos imponen un compás menos ansioso, cuestionan las salidas radicales y el ajuste de cuentas entre los actores, al punto que el mismo adelanto electoral ha retrocedido algunos puntos. Los ciudadanos esperan y son dueños de una incertidumbre cuya clave es la expectativa y no la angustia. En esta reacción juega probablemente un papel decisivo, la convicción de que no existe crisis económica y que no es cierto, o no creen, que “ya llega la recesión” y “el país está parado”, una recusación al chamanismo. ¿Cómo leer esto? “Tu incertidumbre no es como la mía”.

La tercera tendencia se refiere al presidente. Los ciudadanos lo siguen prefiriendo como un garante de este proceso, aunque ha subido a casi un tercio el porcentaje de que quienes creen que debe dejar el poder. La coalición conservadora con promesa autoritaria que se ha formado en las alturas del poder, y que ha salido de los límites parlamentarios para incluir a otras instituciones, aún es una minoría en la sociedad. No por mucho tiempo; si la coalición democrática no define un liderazgo y una narrativa de cambio y orden, la brecha que muestran estos datos se cerrarán por la derecha. ¿Y hay coalición democrática? ¿Es tarde para ella?