lunes, 5 de agosto de 2019

Tía María y la madrastra

https://larepublica.pe/politica/2019/07/19/tia-maria-y-la-madrastra/
La República
La mitadmasuno
19 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Si alguna definición le cabe al conflicto de Tía María es la de duradero, sin solución, sin diálogo y pleno de medidas de presión, físicas o políticas. A ello deberían agregarse otros rasgos: 1) los actores, todos, han perdido importantes cuotas de legitimidad nacional y regional: 2) carecen de la fuerza suficiente para movilizarse por sus intereses en la zona de conflicto, léase Arequipa y no solo Islay, para imponer una salida; y 3) ha perdido centralidad el argumento técnico y especializado, y ha ganado terreno la consigna.
Un problema de fondo reside en que Arequipa ha paralizado durante 10 años Tía María, pero no ha podido generar un proyecto propio para su economía y sociedad en rápida transformación y efectos de corto y mediano plazo. Por ahora, si seguimos la lógica de las consignas, la de esta región es Mina no, Agro no, Agua no.
Es el poder regional el principal obligado a aprovechar este conflicto para generar un consenso que impida el deterioro de un territorio que cambia aceleradamente, que aumenta en población por encima del promedio nacional, se urbaniza aceleradamente y que ha logrado una frágil convivencia de la economía industrial, de servicios y rural, esta última en retroceso y que, a pesar de sus dificultades –especialmente respecto a la agricultura familiar– presenta avances en la actividad agroexportadora.
Sus autoridades también abandonaron al agro arequipeño. La región, tan desconfiada con la inversión minera, no ha rechazado el canon y regalías por casi 950 millones de soles en los últimos 9 años. Esos recursos han sido escasamente invertidos en al agro y en la mejora del recurso hídrico (El 90% se han quedado para los gastos de la administración regional), de modo que en pleno conflicto, ya convencidos del abandono del país rural por parte de los gobiernos nacionales como registro histórico, queda preguntar sobre qué ha hecho la región por el agua y el agro en su territorio, considerando los graves reveses que ha tenido el Valle de Tambo cuando fracasó la autoridad autónoma del agua (2003), los retrasos en la construcción de la represa de Paltiture (desde el 2013) o el conflicto durante la sequía de 2016, por el uso del agua de la represa de Pasto Grande.
No tengo dudas de que las observaciones técnicas a Tía María son consistentes, y que estas no pueden responderse solo con el argumento de las aguas desalinizadas. Coincido en que la clave del proyecto es la licencia social, que no puede ser subestimada como instrumento de convivencia. No obstante, el conflicto de Tía María no puede esconder la agenda regional sino mostrarla en su complejidad.
Arequipa difería hasta hace poco de otras regiones del sur con contextos ultraconflictivos (Puno y Cusco). Ahora es un polvorín, carece de proyecto de desarrollo y exhibe una alta fragmentación social, con actores informales débiles (ver resultados de las elecciones 2014 y 2018), cuando no ilegales (¿55 mil mineros ilegales?). Este cuadro tiene desenlaces de manual, como una competencia sin límites por el poder, la judicialización de la política y el surgimiento de proyectos de identidad con fuerte acento populista. Es hora también de un compromiso hacia adentro.    

Las ideas frías

https://larepublica.pe/politica/2019/07/12/las-ideas-frias/
La República
La mitadmasuno
12 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Debe reconocerse que la única propuesta, en blanco y negro, que propone reactivar la economía es la presentada por la CONFIEP y que a la fecha no se tienen sobre la mesa propuestas integrales de los otros gremios empresariales, de los sindicatos y centros de investigación, de modo que esta es la primera vez, quizás desde 1980, en que una situación difícil de la economía no es respondida con una batería de planteamientos razonados.
Sorprende que esta sequía alcance a los partidos cuyas direcciones no pueden quejarse ahora de la falta de recursos para realizar investigaciones y participar con ellas en el debate público. Buena parte los grupos que mantuvieron su inscripción legal luego de las elecciones de año 2016 recibe financiamiento público para este tipo de pesquisas o foros de análisis y sistematización, así que entre los años 2017 y 2018 recibieron casi 30 millones de soles. El problema es que, según los datos conocidos, no han podido gastar esos recursos. Cómo estará la economía que hasta los partidos tienen problemas de ejecución.
Que el enfriamiento de la economía vaya de la mano del enfriamiento de los programas en materia de economía no es una casualidad. A este efecto concurren.
1) La desactivación de la discusión de política económica como resultado de la crisis de las instituciones y los procesos anticorrupción, que han ocupado el espacio público por casi 3 años;
2) El retroceso del pensamiento heterodoxo por varias razones, especialmente dos, la desmembración de equipos y el efecto pedagógico del desastre venezolano (tan fuerte que impide reivindicar los aciertos de la experiencia boliviana);
3) El desperdicio de la evidencia macro y micro, inclusive de aquella que puede servir de acicate a cambios sectoriales y globales; y
4) El triunfo de la tecnocracia en la pugna por el control del Estado, que relativiza las ideas y las reemplaza por el eficaz funcionamiento de las puertas giratorias.
Se constata una brecha entre la evidencia y la política pública. Nunca como ahora se ha tenido tanta demostración respecto al comportamiento de los consumidores, el mercado y la inversión. Nunca también ha servido de tan poco. El nuestro es un caso especial donde los mapas no sirven para el cambio.
Hemos pasado de la complacencia por el crecimiento a la contemplación de las fallas del modelo, dominados por la cultura de la infalibilidad de este, y que solo es alterado por reacciones violentas, como cuando el ministro de Justicia propuso la creación de una empresa estatal de aviación. El país que se niega a debatir sobre economía, y reacciona con interjecciones, es el mismo que recibe la más importante inversión extranjera de empresas… estatales.


Es obvio que no se trata de volver al pasado. En ningún sentido. Un país que ha reducido 36 puntos de pobreza en 18 años de democracia y ha generado crecimiento y distribución, necesita seguir creciendo y transformando. Para ello, sin embargo, deberíamos recuperar el pensamiento crítico respecto de la economía y producir una batalla por el cambio y la innovación. No deberíamos esperar a la campaña electoral del año 2021 para destrabar los programas, salvo que creamos que, en materia económica, este es un quinquenio ya perdido.

Ha concluido el primer tiempo

https://larepublica.pe/politica/2019/07/05/ha-concluido-el-primer-tiempo/
La República
La mitadmasuno
5 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Los datos sobre el crecimiento y la evolución de algunos sectores devuelven la economía a la centralidad, en una importancia que quizás no tuvo desde el bajón de hace 10 años. En la agenda se encuentra la necesidad de la reactivación en un registro distinto al de los últimos años: es indesligable del proceso político, especialmente de las reformas que se impulsan con timidez, en un contexto de debilidad de los actores de la política económica. También en este aspecto de la agenda pública la posibilidad del cambio está trabada. El Gobierno ha llegado a una frontera en el manejo de la economía. No es solo el déficit en la ejecución de la inversión pública. Es al mismo tiempo dirección, liderazgo, eficacia y vocería, y una larga lista de limitaciones, inicialmente auto impuestas como omisiones, que han mutado a falta de iniciativa y sensibilidad.
Es cierto que el Gobierno aún se ve beneficiado del link que ha logrado entre corrupción y reforma, y a ello se debe la recuperación de la aprobación presidencial, aunque se abre paso con alguna lentitud, pero sin pausa, otro link entre malos resultados económicos y gobierno.
La tendencia es a la apertura de un frente extraparlamentario en la batalla por el buen gobierno, y es la CONFIEP la que ha tomado la iniciativa de la presión por el cambio. Ha logrado organizar un memorándum en el que sobresalen principalmente demandas, y menos una propuesta de programa. En eso reside su primera restricción, en que carece de una visión de país y por ello no ha podido engarzarse con otros sectores de la economía y la sociedad.
A pesar de ello, de cara a su mensaje a la Nación del 28 de julio, el presidente Vizcarra se encuentra presionado para cerrar la brecha que se abre entre el reconocido liderazgo entre las reformas de la política y la justicia, y las malas noticias en la economía. De cómo se encare esta brecha dependerá el sentido de su legado. A dos años del término de su mandato, ese legado no se ha cerrado.
La coyuntura crítica peruana está cambiando; la agenda pública se complejiza y se hará más densa cuanto más cerca se encuentre el año 2021. El primer tiempo de este partido fue el ciclo reforma/anticorrupción, y no hay manera de que el segundo no sea reforma/anticorrupción/crecimiento.
Solo que este segundo tiempo es extremadamente desafiante, porque implica promover un nuevo consenso económico –el que tuvimos se acabó en el gobierno de Humala- que ya no puede ser el consenso noventero que trasluce el memorándum de la Confiep (please, leer los informes de la OCDE para el Perú). Es cierto que el Perú no puede renunciar al crecimiento, y esa es la primera letra de la agenda económica, y que precisa de más inversión, pero también de más demanda, innovación tecnológica, productividad, diversificación productiva, servicios, regulación, derechos y transparencia público-privada.

El país reclama una nueva hoja de ruta económica para recuperar la confianza y un crecimiento estable, más alto que el promedio de los últimos años. Este horizonte necesita un nuevo contrato entre política económica y política social. En un cuadro de debilidades múltiples, es lo primero que hay que destrabar.