martes, 6 de agosto de 2019

Un país a dos velocidades

https://larepublica.pe/politica/2019/07/26/un-pais-a-dos-velocidades/
La República
La mitadmasuno
26 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Este 28 de julio estrenamos nueva agenda, confirmándose los cambios avizorados en los últimos meses. La centralidad de las reformas que fue predominante desde julio del año pasado y que produjo la asociación entre la reforma política y la lucha contra la corrupción, el mix reforma/corrupción, ha dado paso a otra relación, un mix que ha venido para quedarse, el de reforma/buen gobierno.
Esta agenda ya presiona al Ejecutivo. La aprobación del presidente Vizcarra ha sufrido un revés en las encuestas. En la que corresponde a Ipsos Perú ha caído 6 puntos, es respaldado por el 44% y desaprobado por el 45%. Las razones de esta caída son varias, y si debe encontrarse una principal, esta parece ser la deficiencia en la gestión de la economía, luego de dos meses –marzo y abril- de un bajísimo crecimiento, por debajo de 1%. A esta causa se puede agregar tanto el desgaste de la narrativa sobre la reforma, que pierde peso en la sociedad, y al manejo del conflicto de Tía María (Arequipa).
La composición de la aprobación presidencial también confirma los límites de la dinámica gobierno/oposición, cuyos actores creen que sus discursos dominan la escena. Los ciudadanos han empezado a matizar la polarización. Contra lo que sostiene la oposición, más peruanos creen que Vizcarra está luchando contra la corrupción y sigue siendo objeto de reconocimiento por ello (50%), aunque quienes lo desaprueban porque creen que no lo está haciendo, no son pocos (46%). Este registro permite concluir que su pugna con el Congreso no ha sido en vano.
No obstante, es muy claro que eso ya no es suficiente para él y para los peruanos. Crece el porcentaje de quienes creen que el Gobierno no está trabajando para la mejora de la economía y persiste la desaprobación por la falta de avances en este rubro. Ese sentido crítico se abre en varias opciones –cada vez que Vizcarra baja en aprobación se dibuja una nueva oposición, abajo-, una de las cuales proviene del sur. De hecho, nunca fue tan dispareja la aprobación de Vizcarra, porque la citada encuesta revela que el presidente exhibe 52% de aprobación en Lima (subió 5 puntos porcentuales en un mes), pero registra 36% de aprobación en el sur, habiendo caído 20 puntos desde junio. También ha caído 11 puntos en el norte y 12 en el oriente.
En resumen, el Gobierno es estable en Lima y es premiado en esta ciudad, pero es demandado por distintas razones en otras partes del país, el cuadro de un país a dos velocidades, con un telón de fondo, el retorno de la desconfianza ciudadana en materia económica: la mayoría cree que la economía no volverá a crecer con el actual Gobierno, reduciéndose drásticamente el optimismo.
En ese punto, es preciso indicar que, a diferencia de lo que sostienen medios y especialistas, las demandas en el sur del país son amplias –gasoducto para el Cusco, gas para Puno, tarifas en Moquegua, descontento contra sus mismas autoridades, entre otras- así como en el norte, centro y oriente. La idea de que las regiones son radicales “y no entienden la política” ya no solo es debatible, revela un total desconocimiento de estas velocidades, y hace realidad más bien otra conclusión, que Lima no entiende al Perú.

lunes, 5 de agosto de 2019

Tía María y la madrastra

https://larepublica.pe/politica/2019/07/19/tia-maria-y-la-madrastra/
La República
La mitadmasuno
19 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Si alguna definición le cabe al conflicto de Tía María es la de duradero, sin solución, sin diálogo y pleno de medidas de presión, físicas o políticas. A ello deberían agregarse otros rasgos: 1) los actores, todos, han perdido importantes cuotas de legitimidad nacional y regional: 2) carecen de la fuerza suficiente para movilizarse por sus intereses en la zona de conflicto, léase Arequipa y no solo Islay, para imponer una salida; y 3) ha perdido centralidad el argumento técnico y especializado, y ha ganado terreno la consigna.
Un problema de fondo reside en que Arequipa ha paralizado durante 10 años Tía María, pero no ha podido generar un proyecto propio para su economía y sociedad en rápida transformación y efectos de corto y mediano plazo. Por ahora, si seguimos la lógica de las consignas, la de esta región es Mina no, Agro no, Agua no.
Es el poder regional el principal obligado a aprovechar este conflicto para generar un consenso que impida el deterioro de un territorio que cambia aceleradamente, que aumenta en población por encima del promedio nacional, se urbaniza aceleradamente y que ha logrado una frágil convivencia de la economía industrial, de servicios y rural, esta última en retroceso y que, a pesar de sus dificultades –especialmente respecto a la agricultura familiar– presenta avances en la actividad agroexportadora.
Sus autoridades también abandonaron al agro arequipeño. La región, tan desconfiada con la inversión minera, no ha rechazado el canon y regalías por casi 950 millones de soles en los últimos 9 años. Esos recursos han sido escasamente invertidos en al agro y en la mejora del recurso hídrico (El 90% se han quedado para los gastos de la administración regional), de modo que en pleno conflicto, ya convencidos del abandono del país rural por parte de los gobiernos nacionales como registro histórico, queda preguntar sobre qué ha hecho la región por el agua y el agro en su territorio, considerando los graves reveses que ha tenido el Valle de Tambo cuando fracasó la autoridad autónoma del agua (2003), los retrasos en la construcción de la represa de Paltiture (desde el 2013) o el conflicto durante la sequía de 2016, por el uso del agua de la represa de Pasto Grande.
No tengo dudas de que las observaciones técnicas a Tía María son consistentes, y que estas no pueden responderse solo con el argumento de las aguas desalinizadas. Coincido en que la clave del proyecto es la licencia social, que no puede ser subestimada como instrumento de convivencia. No obstante, el conflicto de Tía María no puede esconder la agenda regional sino mostrarla en su complejidad.
Arequipa difería hasta hace poco de otras regiones del sur con contextos ultraconflictivos (Puno y Cusco). Ahora es un polvorín, carece de proyecto de desarrollo y exhibe una alta fragmentación social, con actores informales débiles (ver resultados de las elecciones 2014 y 2018), cuando no ilegales (¿55 mil mineros ilegales?). Este cuadro tiene desenlaces de manual, como una competencia sin límites por el poder, la judicialización de la política y el surgimiento de proyectos de identidad con fuerte acento populista. Es hora también de un compromiso hacia adentro.    

Las ideas frías

https://larepublica.pe/politica/2019/07/12/las-ideas-frias/
La República
La mitadmasuno
12 de julio de 2019
Por Juan De la Puente

Debe reconocerse que la única propuesta, en blanco y negro, que propone reactivar la economía es la presentada por la CONFIEP y que a la fecha no se tienen sobre la mesa propuestas integrales de los otros gremios empresariales, de los sindicatos y centros de investigación, de modo que esta es la primera vez, quizás desde 1980, en que una situación difícil de la economía no es respondida con una batería de planteamientos razonados.
Sorprende que esta sequía alcance a los partidos cuyas direcciones no pueden quejarse ahora de la falta de recursos para realizar investigaciones y participar con ellas en el debate público. Buena parte los grupos que mantuvieron su inscripción legal luego de las elecciones de año 2016 recibe financiamiento público para este tipo de pesquisas o foros de análisis y sistematización, así que entre los años 2017 y 2018 recibieron casi 30 millones de soles. El problema es que, según los datos conocidos, no han podido gastar esos recursos. Cómo estará la economía que hasta los partidos tienen problemas de ejecución.
Que el enfriamiento de la economía vaya de la mano del enfriamiento de los programas en materia de economía no es una casualidad. A este efecto concurren.
1) La desactivación de la discusión de política económica como resultado de la crisis de las instituciones y los procesos anticorrupción, que han ocupado el espacio público por casi 3 años;
2) El retroceso del pensamiento heterodoxo por varias razones, especialmente dos, la desmembración de equipos y el efecto pedagógico del desastre venezolano (tan fuerte que impide reivindicar los aciertos de la experiencia boliviana);
3) El desperdicio de la evidencia macro y micro, inclusive de aquella que puede servir de acicate a cambios sectoriales y globales; y
4) El triunfo de la tecnocracia en la pugna por el control del Estado, que relativiza las ideas y las reemplaza por el eficaz funcionamiento de las puertas giratorias.
Se constata una brecha entre la evidencia y la política pública. Nunca como ahora se ha tenido tanta demostración respecto al comportamiento de los consumidores, el mercado y la inversión. Nunca también ha servido de tan poco. El nuestro es un caso especial donde los mapas no sirven para el cambio.
Hemos pasado de la complacencia por el crecimiento a la contemplación de las fallas del modelo, dominados por la cultura de la infalibilidad de este, y que solo es alterado por reacciones violentas, como cuando el ministro de Justicia propuso la creación de una empresa estatal de aviación. El país que se niega a debatir sobre economía, y reacciona con interjecciones, es el mismo que recibe la más importante inversión extranjera de empresas… estatales.


Es obvio que no se trata de volver al pasado. En ningún sentido. Un país que ha reducido 36 puntos de pobreza en 18 años de democracia y ha generado crecimiento y distribución, necesita seguir creciendo y transformando. Para ello, sin embargo, deberíamos recuperar el pensamiento crítico respecto de la economía y producir una batalla por el cambio y la innovación. No deberíamos esperar a la campaña electoral del año 2021 para destrabar los programas, salvo que creamos que, en materia económica, este es un quinquenio ya perdido.