viernes, 29 de marzo de 2019

Minimalismo otra vez, no

https://larepublica.pe/politica/1439516-minimalismo-vez
La República
La mitadmasuno
29 de marzo de 2019
Juan De la Puente
El informe de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política es la iniciativa más prometedora de los últimos años para cambiar nuestro sistema político. A diferencia de otros estudios, varios de los cuales se recogen en sus 400 páginas, se propone ser una hoja de ruta ordenada para acometer una reforma que el país ya no puede evitar sin que en ello se juegue la destrucción del capital social acumulado los últimos 18 años.
Un primer valor del informe es su aspiración a transformar el sistema político más allá de las reformas electorales, el tópico específico que fue la aparente prioridad de los cambios desde el año 2009, cuando empezó a cerrarse el sistema político, al elevarse a 450 mil el número de firmas para inscribir a los partidos. La idea de cambiar al mismo tiempo el sistema de gobierno, el sistema de partidos y el sistema electoral es seductora y posible, en la línea de la experiencia de otras reformas democráticas en la región, de las que emerge una tendencia: los cambios integrales, pactados y en poco tiempo tienen más posibilidades de éxito.
Sería un error repetir el minimalismo y aprobar solo las reformas de corte electoral. Las 12 iniciativas, cuatro de reforma constitucional y 8 de orden legal, se anuncian eficaces. Un rápido cálculo de resultados indica más de un centenar de efectos directos de carácter institucional y no solo político en el sentido estrecho del término. Para estimar con más certeza estos efectos sería ideal definir las etapas del cambio, el mismo que debe empezar indudablemente con la aprobación urgente de las iniciativas, y desarrollar escenarios de casos específicos a guisa de ubicación de indicadores de éxito, un aspecto omitido en el informe, probablemente por el escaso tiempo para su elaboración. Por ejemplo, sería muy útil apreciar cómo la reforma contribuiría a “curar” el sistema político en Áncash, el foco más resistente de corrupción regional.  
La visión del informe en relación a los partidos es claramente liberal; recoge el estándar universal vigente que se distancia tanto del esquema del centralismo democrático de las formaciones de la izquierda ortodoxa, como la deformación plutocrática de los partidos que cifran sus esperanzas en el financiamiento privado.
La apuesta por las listas paritarias, el financiamiento público de las campañas, la eliminación del voto preferencial y las elecciones internas obligatorias a cargo de la ONPE persiguen el propósito de fijar un punto de partida general, único y uniforme, superando la desigualdad del sistema de partidos.

La apertura de los mecanismos de entrada al sistema es una buena noticia, así como las reglas para permanecer en él. En el debate se podría precisarse mejor la gradualidad del proceso, pero nada más democrático que cimentar el sistema en la capacidad de convocatoria de los programas y los líderes, y la disposición de sus afiliados a la competencia. Es el desafío de partidos nacionales de verdad y de militantes empoderados, con un mínimo de carrera política; menos partidos limeños y partidos cascaron, más vida partidaria y militantes con más poder, dueños y no inquilinos de los partidos.

La prensa por dentro

https://larepublica.pe/politica/1435166-prensa
La República
La mitadmasuno
22 de marzo de 2019
Juan De la Puente
El estupendo libro de José Alejandro Godoy (El Comercio y la política peruana del siglo XXI. Lima, IEP, 2019) contribuye a desmitificar el papel de la prensa en la política, gracias a un tratamiento objetivo, pulcro y audaz de los vaivenes de uno de los diarios más influyentes del país.
La investigación retrata la política vivida desde un medio y no solo la política expresada desde sus páginas, es decir, la batalla interna por construir un mensaje y una visión que impacte y transforme, revisando los últimos 20 años de un diario que el autor divide en tres etapas: liberal moderada (1999-2008); conservadora (2008-2014), y “más liberal de su historia” (2014-2018).
En el texto adquiere forma la relación compleja entre el medio de comunicación y la realidad, desvirtuando la extendida certeza que reduce la línea periodística a la defensa de intereses empresariales, una relación mecánica entre el medio y el poder, o entre el medio y la competencia política. En el caso de El Comercio, de acuerdo al relato del autor, y quizás debido a la amplitud de su accionariado y al contexto desafiante del Perú, su historia reciente es la de una pugna cultural entre el liberalismo y conservadurismo, con la victoria del primero, y con ello la aparición de un paquete de intereses que forman parte del capital social del medio.
La investigación aborda el problema de la elaboración de la línea periodística como un acto emotivo, y hasta tortuoso, de propietarios que deben elegir un director en una tendencia de creciente reclamo de autonomía por parte de los designados, de modo que la elección del director operó en este diario como una forma de gestión de conflictos, para resolverlos o agravarlos.
La relación interactiva entre política y prensa es documentada por el autor en un contexto de ampliación de la oferta informativa, la irrupción de las redes sociales, la baja lectoría de la edición en papel y reducción de la publicidad, un proceso en el que las decisiones políticas acarrean consecuencias económicas y viceversa, y donde los lectores son decisivos. Por ejemplo, la apuesta del diario por el fujimorismo el año 2011 trajo como efecto la caída de las ventas y la imagen de marca; o el posicionamiento editorial de El Comercio a favor de la investigación de la empresa Graña y Montero, de propiedad de accionistas del diario, a pesar de la presentación de un proyecto de ley que pretendía impedir a los directivos de esta empresa consorciada con Odebrecht el ejercicio de sus derechos societarios, una iniciativa promovida por un sector de accionistas.

Es interesante que el libro de Godoy entregue valor y voz a los periodistas, empezando por los editores, en una dimensión que, a pesar de las limitaciones de un medio privado, aquilata el peso político de una redacción. Se piensa con frecuencia que la formación de la noticia moderna implica una dinámica fría, casi industrial y jerarquizada, donde la voz del que escribe, filma y fotografía no es relevante. En el repaso de la historia de El Comercio, se muestra que esa presunción es falaz, y que los periodistas hacen el medio y labran su identidad.

La representación degenerada

https://larepublica.pe/politica/1430733-representacion-degenerada
La República
La mitadmasuno
15 de marzo de 2019
Juan De la Puente
Un parlamento serio no tiene semana de representación. Es más, si es serio, no reduce la representación a una sucesión de actos que son, en realidad, de intermediación de demandas específicas, que ha generado los vicios del doble cobro que se denuncian actualmente.
Con las revoluciones de honda repercusión constitucional –inglesa, francesa y norteamericana– la representación se asocia al interés general y a la deliberación sin restricción imperativa por parte de los congresos que, “representando” legítimamente a la Nación, establecen los contrapesos ante los otros poderes, controlándolos y adoptando decisiones que hacen realidad ese interés de todos. En atención a esos principios, el artículo 43º de la Constitución vigente se refiere al “gobierno representativo”, y el artículo 93º dispone que esa representación es de la Nación, y que quienes la ostentan no están sujetos a mandato imperativo.
El Congreso peruano ha seguido en los últimos años un camino que ha vaciado la representación de su contenido histórico y político, transformándolo en un encargo funcional (artículos 18º, 22º y 23º del Reglamento del Congreso) basándose en una pragmática función de representación. Este proceso se inicia el año 2009 y al desarrollarse ha terminado convirtiendo al congresista en un gestor de proyectos (debilitando el papel de los gobiernos locales y regionales), un mediador de iniciativas de gasto público (violando el artículo 79º de la Constitución) y un portavoz de iniciativas legales que no siempre son de interés general.
El diálogo que expuso en marzo del año pasado el llamado “Mamani video (“Consíguete un alcalde, y una obra de 100 millones, y sentadito, facilito, sin mover un dedo, te ganas el 5%”), y los casos de corrupción en las obras públicas gestionadas por parlamentarios en el norte del país, y que cobraron cupos a los alcaldes, exponen el nivel de esta degeneración del principio de representación.
La privatización de la representación se ha adueñado del Congreso. Supera el natural contacto que debe existir entre el elegido y los electores, especialmente vigente cuando el primero rinde cuentas a los segundos, e incide en otras deformaciones del trabajo parlamentario que ahoga al trabajo legislativo, uno de cuyos efectos son las llamadas leyes declarativas, las que se titulan “Declárese de necesidad pública la construcción de…”.
Si usted pregunta por qué no se aprueban leyes de fondo en el Parlamento, o por qué no se prioriza la revisión de los códigos o reformas constitucionales, la respuesta se encuentra en gran medida en el picadillo de leyes que resumen la privatización de la representación, fácilmente apreciable en las agendas de las comisiones ordinarias y el Orden del Día del Pleno del Congreso.

Debe suprimirse este procedimiento intruso de la democracia representativa. El primero que pierde con este esquema es el mismo congresista, que atónito aprecia cómo se le esfuma la legitimidad, al ritmo en que transforma su despacho en una oficina de protocolo, comprando rifas, obsequiando instrumentos de música a los colegios, apadrinando promociones, y visitando lugares a los que probablemente no volverá.