viernes, 24 de octubre de 2014

Los demonios del centro

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/los-demonios-del-centro-24-10-2014
La República
La mitadmasuno
24 de octubre de 2014
Juan De la Puente
La primera reacción gruesa al resultado electoral del 5 de octubre la ha tenido Alan García, quien se ha planteado un tentador derrotero: 1) la formación de un frente por el que sea candidato; 2) que el gobierno del 2016 no sea “de un partido”; y 3) que las elecciones del 2016 sirvan para “consolidar y salvar la política”.
Salvo el Frente Democrático Nacional de 1945 y la alianza AP-DC de 1963, los frentes preelectorales en el Perú no tuvieron la fortuna de ganar la Presidencia de la República (Fredemo 1990, IU 1985, Unidad Nacional 2001 y 2006, Frente de Centro 2006 y Perú Posible-AP-Somos Perú 2011), resultados que llevan a la presunción de que los frentes no conducen a una progresión aritmética, no suman sino restan. Otras alianzas permitieron juegos menores como el Apra-Uno en los años 60 o Izquierda Unida en 1983. En cambio, nuestra cultura política es más propicia para alianzas menos expresas (la convivencia Apra-Pradismo 1956/1962 y Apra-Fujimorismo en el Congreso 2006-2011) o pactos postelectorales (AP-PPC 1980/1984, PP-FIM 2001/2006 y el actual PP-Nacionalismo).
Es difícil que esta tendencia se altere el 2016; las posibilidades del Apra de formar un frente con partidos nacionales de cierto peso están casi cerradas, a excepción de Solidaridad Nacional. Asimismo, un pacto Apra-PPC es muy sugerente (Lourdes Flores lo hace muy seductor, al ritmo del alcatraz, ¡a que no me quemas!), pero poco viable más por el antiaprismo pepecista que por la falta de apertura del partido de Haya.
El modelo de frente que intentan García y el Apra parece ya estar dibujado y se orienta hacia abajo. En las recientes elecciones, el aprismo ha procesado una apertura regional, la única entre los partidos nacionales, con la formación de frentes con interesantes resultados: Alianza Popular (Cusco) obtuvo 10%; Paisanocuna (Huánuco) 10,5%; Juntos por Junín (Junín) 14,5%; Seguridad y Prosperidad (Piura) 18%; y Patria Joven (Lima Provincias) 14%. Es cierto que también ha perdido por 10 puntos en La Libertad (33%) y por 14 en Lambayeque (19%) pero ha obtenido 900 mil votos en Lima, que no son solo suyos pero que García ha empezado a degustar sin invitar a nadie. En el Callao ha formado una alianza omisiva, dejando que postulen los candidatos de Chim Pum Callao en la idea de que este grupo se sume al Apra el 2016.
Ese modelo de alianzas hacia abajo tiene demonios a ser encarados; obliga a un movimiento hacia el centro, el único espacio que le permitiría a García llegar a la segunda vuelta y ganarle a otra posible inquilina de esa ronda, Keiko Fujimori. No obstante, ese espacio tiene leyes propias porque no todo centro es atractivo electoralmente y porque como apunta Juan Carlos Tafur (Exitosa Diario 19/10) el ciclo de los centros inactivos, solo moderados, parece estar llegando a su fin.
La moderación activa es una opción interesante de cara al 2016, es decir, un centro reformista, audaz y de convocatoria social. García parece haber advertido ello y por eso junto a la idea del frente ha lanzado dos añadidos, un gobierno que no descanse en un partido y que salve a la política. Allí sí se complican las cosas porque las evidencias indican que no será posible salvar a la política debilitando más la participación de los partidos en el juego electoral. La que viene será una elección en la que los partidos no elegirán a sus candidatos sino los candidatos elegirán a sus partidos, pero todo tiene sus límites.
El más grande desafío de un frente centrista es la identidad; el centro es un programa, un discurso y una actitud, y no parece viable uno de cara a las regiones y provincias con un pie en la derecha, esa que no entiende ni una pizca de lo que pasa fuera de Lima. No obstante lo dicho, en este momento el único candidato presidencial que puede intentar esta ubicación es García, que ha empezado a moverse y a hablarle al país, mientras la izquierda, el PPC y AP les siguen hablando a sus militantes y el fujimorismo achica su cancha enredado en una pugna explosiva con el gobierno que con inteligencia el Apra atiza sin quemarse.

Ahora todos somos reformistas

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/ahora-todos-somos-reformistas-17-10-2014
La República
La mitadmasuno
17 de octubre de 2014
Juan De la Puente
El reciente resultado electoral ha puesto de moda dos palabras, antisistema y reforma; la primera, de uso común para explicar incluso fenómenos irreconocibles, y la segunda para resumir la necesidad de cambios en las reglas de organización de la política, especialmente en la formación de la representación y en su ejercicio. De pronto, desde los medios y la empresa se registran llamados insistentes a la reforma política y hasta la academia, mayoritariamente escéptica, se ha unido a la demanda. En los partidos hay menos resistencia aunque las frágiles militancias se vuelcan a favor de cambios que reviertan la larga agonía de sus organizaciones.
De pronto todos somos reformistas, o casi todos, y se suceden anuncios de inminentes cambios a ser aprobados en el Congreso. No obstante, se mencionan modificaciones muy parciales que, de ser adoptadas, no implicarían un quiebre de lo conocido hasta ahora u otros que agravarían la situación que se pretende conjurar.
Algunos ejemplos: si se aprobara solo viabilizar el financiamiento público sin que se haga vinculante la rendición de cuentas y sin fortalecer la democracia interna, se tendría una inyección de recursos a los grupos políticos, generando cúpulas partidarias plutocráticas invencibles; o si se aprobara la eliminación del voto preferencial sin garantizar la presencia de género, se tendría un retorno a la práctica supresión de la participación de las mujeres en las listas para cargos de elección popular; o si se suprimiera legalmente a los partidos regionales, se tendría una suerte de partidos nacionales atravesados por el autonomismo regional.
Algunos rasgos de esa reforma que nos puede conducir a mayores frustraciones se observan en declaraciones, proyectos de ley y dictámenes elaborados desde el año pasado: 1) cerrar el sistema actual, elevando a 800 mil el número de firmas para la legalización de nuevos partidos bajo la premisa de que el problema reside en el número de partidos; 2) centrar los cambios en el ejercicio de la representación, olvidando la formación de la representación, es decir, cómo se nombra un candidato; 3) reducir los controles públicos de las finanzas partidarias; y 4) establecer garantías para las dirigencias sin estimular la participación de los afiliados, su reclutamiento y registro.
En esa dirección se aprecia en el Congreso la voluntad de realizar cambios sin tomar en consideración el proyecto de nueva Ley de Partidos Políticos presentado en diciembre pasado por el JNE, la ONPE y el RENIEC, y los proyectos de Código Electoral y Código Procesal Electoral propuesto el 2011, que los organismos electorales consensuan. Lo peor que podría pasar es que la demanda de reforma termine en contrarreforma.
La anotación de problemas a abordar no deja de ser sugerente para encarar la crisis de legitimidad partidaria: la corrosión del voto preferencial, el financiamiento ilegal, la supresión de la democracia interna, el emprendimiento partidario ultrapersonalizado, la condición vitalicia de los dirigentes fundadores, la falta de elecciones internas, el fichaje de independientes con dinero, los partidos vientre de alquiler, entre otros.
No obstante, sería conveniente precisar los alcances y límites de los cambios para evitar los errores de hace una década que en el caso de la Ley de Partidos consolidaron un movimiento de apertura en falso iniciado por la Constitución de 1993. El debate sobre cuánto debe abrirse o cerrarse el sistema no es malo en la medida en que se tenga un consenso en los principios de la reforma.
Algunos de estos podrían ser: 1) el incremento de la participación ciudadana en los partidos, es decir, una reforma pro ciudadano y no solo pro partido; 2) en lo posible, la superación de la antipolítica garantizando un sistema con elecciones internas organizadas por los organismos electorales, poniendo fin al independentismo político; 3) el establecimiento de una formalidad partidaria nacional y regional, contra la emergencia informal; y 4) reducir en lo posible la fuerza del dinero como principal organizador de la política.

El voto que no me gusta

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-voto-que-no-me-gusta-10-10-2014
La República
La mitadmasuno
10 de octubre de 2014
Juan De la Puente
En el Perú, el voto que el establishment no entiende o que no le gusta termina siendo contestatario o ignorante; de ese modo el país está formateado antes de cada elección, sin posibilidades de interpretación de los resultados: 1) el voto por los partidos es en favor del sistema; 2) el voto por los movimientos regionales es antilimeño y antisistema; y 3) el voto por la izquierda es ignorante y “atrasador” del desarrollo.
Es absurdo apreciar los resultados solo por la identidad de los candidatos. Este software, compatible para analistas de izquierda y derecha, gira en torno a un eje: que el voto está condenado desde hace 14 años a aceptar o negar el sistema, una aplicación cerrada que no permite opciones de sufragio como: 1) aceptar el modelo económico pero rechazar el modelo político; 2) aceptar las reglas políticas pero pugnar por innovar las de la economía; 3) re-construir ambos modelos desde el espacio regional/local; 4) premiar o castigar a líderes y autoridades; 5) respaldar o reconocer promesas de interés personal o dádivas del candidato; y 6) honrar lealtades políticas y principios éticos.
Sostengo que en la reciente elección se ha relativizado el clásico voto antisistema, que aún puede apreciarse en Cajamarca, Moquegua, Puno y Cusco, donde varias listas en cada caso recabaron entre el 40 y 60% de votos, y en menor medida en Junín, Apurímac y Huancavelica, donde abarcaron entre el 30 y 40%. En cambio, no me imagino que el voto por Waldo Ríos (Áncash) se oponga al sistema, o el de Gilmer Horna (Amazonas), Jaime Rodríguez (Moquegua), Wilfredo Oscorima (Ayacucho), Luis Picón (Huánuco), César Acuña (La Libertad) e Yván Vásquez (Loreto), entre otros. Eso sí, el voto por Rudecindo Vega (Amazonas) fue explícito contra la corrupción, al igual que el de Rubén Alva (Huánuco) y Fernando Meléndez (Loreto).
También es razonable sostener que la idea de un desarrollo regional abierto y no contra el modelo económico, aunque con críticas a lo político, haya recabado votos para Reynaldo Hilbk y Jhony Peralta (Piura), Javier Ísmodes (Arequipa) Omar Jiménez y Fernando Martorell (Tacna), José Murgia (La Libertad) y Fernando Cilloniz (Ica), entre otros.
El inmenso saco del voto antisistema no sirve para apreciar las nuevas identidades ciudadanas. Por ejemplo, impide identificar un voto consciente contra la ley o voto informal/ilegal en zonas que han desafiado a la política desde la política, como el que expresan Waldo Ríos (Áncash), Luis Otsuka (Madre de Dios), Manuel Gambini (Ucayali) y Walter Aduviri (Puno) y en centenares de distritos y provincias.
No es racional juntar la crítica política, el rechazo económico, los proyectos ilegales y los emprendimientos mafiosos, si en gran parte del país la fragmentación electoral no obedeció al grado de confrontación con Lima o el sistema (que no tuvieron defensores) sino al ajuste local de cuentas. De otro modo, el radicalismo político en sus vertientes de derecha o izquierda habría ganado más plazas electorales.
A pesar de ello, el país conservador está escandalizado y les atribuye a los resultados un sentido que se bate en retirada, un análisis básico en la línea del voto irracional contra las máquinas y el progreso. Otra ruta de análisis aparentemente progresista recupera la idea del voto de protesta convirtiéndolo equivocadamente en dominante.
Es preciso dejar de ver bajo cada piedra un líder o un proyecto antisistema y apreciar otros fenómenos en sus efectos inmediatos. Contra lo señalado en los análisis inmediatistas, las elecciones envían un mensaje directo: que el debilitamiento extremo de los partidos acompaña la pérdida de la identidad regional y municipal que apareció en la década pasada como respuesta a los partidos nacionales. Salvo excepciones, los nuevos actores difieren de los anteriores que exhibían peso propio, prestigio y programa; en cambio los que irrumpen en la escena son en abrumadora mayoría propietarios de maquinarias financieras y escasos escrúpulos, es decir, un regionalismo político pobre y atrasado.

martes, 16 de septiembre de 2014

La política ya fue (I, II, III, IV, V y final)

Esta es una serie de seis artículos publicados en el diario La República con el título de La política ya fue, entre el 29 de agosto y el 3 de octubre de 2014, sobre la crisis política del país y la necesidad de una reforma.
La política ya fue (I)
La República
La mitadmasuno
29 de agosto de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-i-29-08-2014
La política peruana está embotada de palabras y de gestos. Se encuentra igualmente adormecida y ahogada; mientras el mundo, a decir de Giovanni Sartori, experimenta una expansión de la política porque se hace más grande y se politiza, en nuestro medio se acorta, en un proceso que amenaza con diluirla aún más en todas sus acepciones, es decir, la política como gobierno, poder, vocación humana o sistema de organización de lo público.
La mayoría de las críticas de la oposición en el reciente debate por el voto de confianza al gabinete resume una obsesión por la minucia, por los pequeñísimos asuntos y por los grandes olvidos. Esperé una crítica profunda al gobierno pero pocas veces vi a tantos hablando tanto y callando tanto. Algunos abordaron problemas serios aunque como pedazos, sin conexión con el todo y solo se pudo apreciar uno o dos juicios certeros sobre lo que debería estar en juego. Fue penoso, por ejemplo, que quienes enjuagaron el sistema privado de pensiones los últimos 20 años reduzcan su ira al aporte obligatorio de los independientes, el pedazo, y guarden silencio sobre el modelo, el todo. La defensa del gobierno ha sido igualmente lamentable, fijada exclusivamente en la estabilidad, la obra pública y el honor y la valentía.
Es frecuente que los partidos lleven a cabo movimientos tácticos sin estrategia o que posean estrategia pero carezcan de táctica. Pero es poco frecuente que carezcan de ambas cosas, lo que se aprecia en esta etapa signada por movimientos erráticos, duales y plenos de confusión, escondidos en ese lenguaje populista y sobreactuado que ha impregnado a todas las tendencias.
La disputa política ha dejado de ser una confrontación de grandes proyectos y es en cambio una pelea de enanos desorientados; y cuando los partidos no saben qué hacer tenemos una señal inequívoca de crisis y de que otros sí saben lo que quieren y lo que hacen. Es la superficie de fenómenos de creciente visibilidad, como que la oposición partidaria es más débil que el gobierno, que los fuertes son otros, es decir, los que cortan el jamón desde los medios y los grandes poderes económicos (coincido en ello con Carlos Meléndez), y que en la polarización actual solo está en juego la autoridad y no el poder.
En medio de este proceso de cara al vacío la única discusión que parece prometedora es la de los “cornejoleaks”, que pone sobre la mesa la naturaleza de un nuevo poder constituyente, una voluntad particular que ha logrado subordinar con éxito la voluntad general. Este escándalo ha mostrado sus mecanismos oscuros y sus operadores elegantes, las salas paralelas de decisión y los comités de notables, un modelo de distribución de competencias sociales que no está agotado aunque haya sido pillado en falta. Es fuerte y tiene por delante otro cuarto de siglo de vida.
Sin embargo, hasta en este delicado tema no está en juego el problema de fondo. La mayor parte de los actores públicos están dispuestos a cuestionar a un par de ministros (pensar que por menos Rómulo León se fue preso varios años), pero no el sistema de cooptación privada del Estado, la semilla que se vuelve fruto y nuevamente semilla cada cinco años.
Una parte de la academia anota que este proceso es hasta cierto punto natural, que el remplazo en el ejercicio del poder es consecuencia del desplazamiento del espacio tradicional de la política, y que lo sucedido no es una patología sino una evolución. No obstante, nuestra despolitización de la política es más seria de lo que se pensaba; es la más pronunciada de la región y es probable que el origen se encuentre en lo que Max Weber llamó la entrega del poder a plutócratas que carecen de legitimidad democrática.
La sociedad carece por ahora de fuerzas y mecanismos para recuperar la política; para salvarla de los actuales políticos hace falta más que elecciones; se requiere un vigoroso movimiento de reforma que todavía está en pañales. En tanto, la sociedad se ilusiona con un outsider que está por venir. Yo, espero un político (a).
.......
La política ya fue (II)
La República
La mitadmasuno
5 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-ii-05-09-2014
Hace por lo menos 20 años los medios peruanos les arrebataron el protagonismo de la política a los políticos y dejaron de intermediar los programas partidarios para convertirse, ellos mismos, en los hacedores de agendas y alternativas. No lo han hecho solos; este fenómeno formó parte de un descollante proceso de democratización de la opinión pública gracias a la ampliación de las formas de comunicación. Este proceso global ha sido en nuestro caso más rápido y con menos trabas a razón de la debilidad de los partidos, el cóctel explosivo de la crisis económica y la violencia política, y la fuerza de los poderes extralegales.
El balance de la politización de la prensa es complejo, especialmente porque esta no opera como un todo aunque proyecte tendencias generales sobre elementos claves de lo público, como la rendición de cuentas (los políticos les rinden cuentas a los medios más que a los ciudadanos), la denuncia de la corrupción pública, solo de la pública ¿eh?, y la defensa del mercado. No obstante, un dato común a todos es que los medios son objeto de crítica social con una intensidad parecida a la de los políticos, especialmente por su lejanía de la realidad, su entrega menos disimulada a los intereses económicos, su toma de posición partidaria, y el desinterés por sentidas expectativas ciudadanas.
Manuel Castells refuta con acierto el mito de que los medios son el poder y sostiene que son a lo sumo el espacio donde se juega el poder, y que se acrecienta el peso de un contrapoder ciudadano que impulsa una pluralidad informativa de abajo hacia arriba.
Esto se aplica al caso peruano con rigurosidad. Nuestra prensa vive también su crisis política marcada por el agotamiento de procedimientos y actores. Es presionada por los ciudadanos para abocarse a temas que desean eludir por sus compromisos económicos, específicamente los referidos al medio ambiente y a los que reclaman los consumidores y usuarios de servicios. Al mismo tiempo, al grupo de medios que navegan entre el ultraliberalismo y el mercantilismo les es cada vez más difícil operar como partidos y jugar como las últimas dos décadas a medio camino entre la política y los negocios, aunque más cercanos a los segundos.
Los dos perfiles que sobresalen en este escenario, el investigador y el llamado “opinólogo”, son insuficientes para renovar la política mediática. La prensa denuncia más pero investiga menos, las unidades de investigación se están desactivando en tanto se fortalecen otras modalidades que desentrañan la verdad, como el periodismo de datos, pero fuera de los medios tradicionales. Del mismo modo, a pesar de que el “opinólogo” ha ganado más espacio, y escribe más y habla más, también calla más sobre los temas de fondo y, claro, analiza menos; por ejemplo, es común que el “opinólogo” cuestione a los medios que se alinean con los gobiernos pero no a los medios que se alinean con los intereses económicos que presionan a los gobiernos, o que es más importante que Nadine Heredia no ejerza un poder para el que no fue elegida, que ese mismo poder sea ejercido por una coalición de medios y empresas que tampoco han sido elegidos para ello.
No parece haber futuro para la renovación y reforma de la política como un tópico trascendental de los medios porque sus sentidos comunes, salvo excepciones, son persistentes e inamovibles. De algún modo ellos también hacen política desde la antipolítica: subestiman a los partidos, adulan a los independientes, juegan en pared con los poderes fácticos, promueven soluciones antidemocráticas y violatorias de DDHH ante la inseguridad ciudadana, abogan por el voto preferencial y en contra de la reforma política, y desconfían de la descentralización.
En el mediano plazo será imposible que la prensa se renueve y lleve a cabo un giro en la dirección, por ejemplo, del periodismo anglosajón, es decir, prudencia informativa, autonomía de los poderes fácticos, distancia del poder político, independencia económica y separación de lo editorial y lo empresarial.
......
La política ya fue (III)
La República
La mitadmasuno
12 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-iii-12-09-2014
No es posible construir un régimen político democrático si 4 de cada 10 ciudadanos, de acuerdo con la reciente encuesta de Datum, está dispuesto a votar por un político que “roba pero hace obra”. No es un humor pasajero; una encuesta de Ipsos-Apoyo de diciembre del 2009 encontró que el 47% de los encuestados estaba de acuerdo con que los escuadrones de la muerte ejecuten a los probables delincuentes.
Las explicaciones más comedidas aducen que este temperamento de la sociedad es responsabilidad de las élites que no han educado adecuadamente el pueblo, el soberano, o que refleja su decepción racional respecto de políticos e instituciones. Ambas me parecen engañosas y cobardes, y que forman parte de la adulación al pueblo que escenifican  políticos, periodistas y académicos, sea para ganar votos, audiencia o por no ir contra la corriente.
La sociedad civil no es ni nunca fue una masa inerme y desorientada a la espera de panaderos sociales que la moldeen y cocinen a fuego lento. Hasta las más opacas definiciones reconocen su autonomía y el dinamismo que la atraviesa; las más avanzadas consideran que es una esfera de interacción intensa compuesta por espacios íntimos, asociaciones voluntarias, movimientos sociales y formas de comunicación pública (Arato y Cohen), de modo que si dejásemos de mimar al respetable pueblo podríamos concluir que lo que sucede “abajo” son fenómenos en los que las personas y su entorno tienen gran responsabilidad.
Desde la filosofía platónica, las sociedades se han movido bajo la idea de una estrecha relación entre la virtud y el conocimiento, de forma que la falta de la primera conduce a la ignorancia, es decir a que las personas tomen como bueno incluso lo que es malo. En ese sentido, la labor formadora de la ética pública no es propia del Estado y de la escuela; es la vida social como espacio de libertad la que señala las conductas y sus límites. Nadie necesita ir a la escuela para ser honrado y en cambio se aprende a robar fuera de ella.
Por otro lado, en el mundo moderno, en la democracia política, el principio de elección permite que el pueblo elija un poder que lo gobierne con la condición de que sea legítimo y eficaz. Tal parece que la antipolítica nacional ha terminado relativizando esa legitimidad en favor de una pretendida eficacia.
Los ciudadanos peruanos deben ser los peores tratados políticamente y los que peor se tratan a sí mismos. Son alabados cada cuatro o cinco años, en cada elección, aceptando un curioso rito donde se asumen ignorantes y frívolos, en tanto los líderes de opinión los aplauden por alejarse de la política. Es el ciudadano más paternalista e hipócrita de la región, acomodaticio y cambiante en sus preferencias, a excepción de los que se agrupan en los movimientos sociales con demandas clasistas o territoriales.
Al  mismo tiempo, es fuertemente populista, sobre lo que se ha escrito bastante, e incoherente en su relación con sus expectativas, fines y medios. Quiere una señal nítida para la telefonía celular pero se resiste a la colocación de torres de transmisión; demanda una reforma del transporte pero no está dispuesto a asumir el proceso; quiere salud universal pero que el Hospital del Niño no se construya en su distrito; exige el respeto a las personas con discapacidad pero que los colegios para niños “especiales” no se instalen cerca de su casa; está contra el cobro de cupos pero paga coimas a los policías; se queja de los políticos corruptos pero vota por ellos; y adhiere mayoritariamente de la democracia pero vende su voto por una camiseta o un helado.
La clave está en la persistencia de la antipolítica, que ni las elites ni el pueblo están dispuestos a superar, un abandono del pacto democrático que a decir de la filósofa española Adela Cortija ha hecho de la cosa pública no una cosa nuestra sino una cosa de mafias, una “cosa nostra” producto de la razón perezosa, cansada, estúpida y descorazonada que dificulta todo intento de justicia (Hasta un Pueblo de Demonios. Ética Pública y Sociedad. Taurus, 1998).
......
La política ya fue (IV)
La República
La mitadmasuno
19 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-iv-19-09-2014
Los detalles de la campaña electoral en Lima, de los que son útiles para la gobernanza local, están por escribirse. La competencia se mueve a través de consensos muy generales, el primero de los cuales indicaría la no reelección de Susana Villarán y el segundo el retorno al pasado. Fuera de esto, la campaña no ha fijado ninguna idea específica que sea dominante. Quien resulte elegido tendrá las manos libres y será dueño de un mandato general sin compromisos precisos y podrá hacer en esta ciudad lo que más le plazca. Así, en la capital, la política municipal también ya fue.
Los candidatos se gritan de una acera a otra, se tiran piedras, se tacha a escondidas, firman pactos que no cumplen, pero no debaten sus ideas sobre la ciudad. El cara a cara organizado por el JNE ha sido forzado por algunos partidos para la semana previa a las elecciones, de modo que se tendrá solo una ronda y no las dos o tres que se tenían previstas.
La campaña del año 2010 fue más intensa en propuestas y deslindes, tanto cuando la polarización inicial Kouri/Lourdes como cuando se centró en la disyuntiva Lourdes/Susana. La actual tiene más dinero, más candidatos, más propaganda, más dádivas, y más mercenarios de la pluma y de la palabra; en resumen, más música pero sin letra. Mirko Lauer ha llamado a este fenómeno un bostezo electoral.
Parecería que se enfrentan dos modelos de comunicación, el de la llamada caja negra que apela a los estímulos básicos de los votantes y los que pretenden una decisión política racional de los electores. Solidaridad Nacional, Diálogo Vecinal y Perú Patria Segura apuestan por lo primero (“Regresan las obras”, “ella se atreve” y “ya viene la esperanza”, respectivamente), mientras que los viejos partidos intentan sin éxito lo segundo, colocar en la campaña valores que rescaten la identidad partidaria en los electores y sus emociones sociales y políticas: Lima sin delincuencia (Apra); Lima, una ciudad para la gente (PPC); Lima tiene otra opción (Somos Perú); y Lima necesita un cambio (Acción Popular), a los que se suma Vamos Perú que difunde iniciativas detalladas.
La escena que se desenvuelve ante nosotros no es muda, es ruidosa pero con escaso movimiento y aún más exiguas ideas de gobierno. El libro de las propuestas está en blanco, la prensa misma se preocupa (¡qué novedad!) por lo adjetivo, y hasta la farándula ha retrocedido: los candidatos prefieren entregar dádivas in situ en lugar de cocinar en los sets de TV o hacer el ridículo en los programas cómicos. Los dos grandes momentos de la campaña fueron hasta ahora la ruptura del silencio de Castañeda y el video de Heresi, y ambos fueron gratificados con algunos puntos en las encuestas.
¿Por qué no se mueven los candidatos más allá de haber besado a niños y abrazado a señoras en los mercados? La verdad es que no necesitan moverse, sea porque uno de los postulantes tiene el 50% de las preferencias, porque se presume que hay muy poco en debate o porque se da por sentado que los aspirantes no están a la altura de las circunstancias. La razón definitoria, sin embargo, reside en que los electores tampoco demandan de los candidatos mayores precisiones.
La alabada estabilidad del escenario electoral limeño, a diferencia de otras ciudades, se explicaría entonces no tanto por las certezas en la intención de voto sino por la debilidad de las expectativas o el silencio de los votantes. De ese modo, los críticos de los candidatos mudos parecen haberse quedado cortos; son los ciudadanos los que demandan poco y los que más callan.
Clásicamente, el voto puede ser de adhesión y protesta; el Perú, no obstante, está consagrando un voto nuevo, el de renuncia, una especie de nuevo contrato fisiócrata entre vecinos y aspirantes al gobierno local sin mayores compromisos, un “déjame trabajar” mutuo. Luego de una campaña que les cierra las puertas a los principios de una gobernanza local, es natural que comamos solo cemento por cuatro años, un plato que si viene solo destruye células y que si no viene acompañado de control, las corrompe.
........
La política ya fue (V)
La República
La mitadmasuno
26 de setiembre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-v-26-09-2014
Las últimas décadas, las regiones fueron las más insistentes portadoras del cambio y la renovación de las ideas y programas. Ellas alumbraron la reforma política más importante y legitimaron la necesidad de un nuevo Perú que integre el oficial y el “otro”. Desde la crítica y la demanda, una parte del país en contraposición a Lima y al Perú formal construyó fecundamente un imaginario de cambio.
Esa fertilidad ha concluido. El primer dato de la nueva política regional y local es el estallido de los movimientos sociales que ausentes de objetivos y agendas de mediano y largo plazo fueron desbordados y en varios casos subordinados por el fulminante fenómeno del emprendimiento político personal. El uso del rótulo “emergente” para calificar esta forma de política es equívoco y abusivo en la medida que esconde sus elementos esenciales, la antipolítica y el dinero ilegal.
El haz de movimientos sociales que articularon la política nacional/regional la última década con sus demandas por equidad, ambiente, agua, servicios básicos, salario y competencias regionales y locales, que tensionaron la democracia y la desarrollaron, también ya fue y no va más. Se ha transformado en una multitud de espacios inconexos, generalmente vacíos y fuertemente fragmentados. Se tiene, por ejemplo, sin más explicación inicial que la ultrapersonalización de la política, que en Tumbes se presentaron 20 listas para el gobierno regional, 19 para Tacna, 16 para Ica y Puno, y 14 para Cusco, Huánuco y Piura. El resultado se avizora: será muy difícil que se repita lo sucedido en los comicios del 2010, cuando 15 presidentes regionales fueron elegidos en primera vuelta.
El segundo dato es la brecha entre el crecimiento económico de buena parte de regiones, incluso por encima del promedio nacional, y su eficaz ejecución presupuestaria, versus el escaso desarrollo de la agenda pública regional y la corrupción. Esta brecha no se origina, para disgusto del centralismo, en el fracaso de la descentralización sino en el agotamiento del impulso del proceso iniciado el 2002 y que ahora se encuentra suspendido en el aire. Esta brecha entre buena economía y malísima política se expresa en una pérdida del imaginario al extremo de que la discusión regional de las últimas semanas gira sobre las hojas de vida de los candidatos, salpicada por promesas de puentes y carreteras.
Sin agenda regional, el nuevo imaginario es aún más populista que en los inicios del proceso y especialmente distributivo, matizado por  un radicalismo regional más de forma que de contenido. Las propuestas extremistas se relacionan con políticas de identidad que esconden hondos vacíos de proyecto en tanto que los escasos programas descentralistas despiertan poco interés. El caso de Puno es significativo; candidatos como Alberto Quintanilla (Poder Democrático Regional) proponen un nuevo proceso de descentralización, una iniciativa realmente audaz, en tanto que la sorpresa electoral, Walter Aduviri, tiene como bandera más alta el cierre de la Sunat y Aduanas para favorecer obviamente al contrabando y a la minería ilegal.
El tercer dato es la corrupción, un movimiento social vasto y sólido que ha ganado la batalla entre la tolerancia y la censura. Es la misma corrupción de Lima y el Perú oficial, la de los grandes salones y reprimida por el secreto y por las buenas formas, aunque en las regiones es más intensa y plural, desplegada a través de redes que operan en centenares de municipios y en casi todas las regiones beneficiadas de la tradicional impunidad, la lejanía, la falta de control y la corrupción de la prensa. La generalización del diezmo, la coima con reminiscencia religiosa, indica que este movimiento, el más importante de todos los que agitan a las regiones, ha pasado a una nueva etapa y se presenta a cara descubierta, un estilo far west donde los malos ya no se preocupan por parecer buenos. El caso del Cusco es emblemático: solo 4 de los 13 candidatos habilitados para competir por la presidencia regional no tienen investigaciones o procesos judiciales por corrupción.
......
La política ya fue (final)
La República
La mitadmasuno
03 de octubre de 2014
http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-politica-ya-fue-final-03-10-2014
Las elecciones de este domingo volverán a colocar en la agenda la precariedad del sistema político, las brechas entre la capital y las regiones y la división entre la formalidad y la emergencia política informal. No es posible estimar la intensidad del remezón aunque algunos datos se deslizan de los sondeos e informaciones: 1) que pocos presidentes regionales serán elegidos en primera vuelta; 2) que la mayoría de alcaldes de provincias capitales de departamentos no serán reelegidos; y 3) que los partidos nacionales serán superados largamente por los movimientos regionales. Negando el pesimismo, el Perú no se romperá, aunque podría descoserse un poco más.
De la intensidad de lo que suceda en los comicios regionales y locales dependerá el modo y la profundidad con la que se aborde la reforma política, una expectativa que va sumando demandas, tres de ellas significativas y a debatir: la prohibición de la reelección de presidentes regionales y alcaldes, la regulación limitativa del financiamiento privado y el aumento de requisitos para la postulación a cargos de elección popular.
Aunque desde hace una década afirmamos en cada elección que hemos tocado fondo, los actuales indicadores de la crisis de la política, específicamente de los partidos, son más ineludibles. De cara a las elecciones del 2016 será más difícil voltear la mirada a la crisis de los valores tradicionales partidistas, es decir, la organización, el liderazgo, la adhesión a los programas y la movilización.
No estamos ante el fin del agrupamiento de la política pero sí de las comunidades políticas del modo conocido. La derrota del Apra en La Libertad y las autoderrotas de la izquierda en el Cusco y del PPC en Lima no fulminarán a estos partidos y corrientes pero ponen en debate los límites de la recuperación de las estructuras partidarias en el sentido tradicional, al condicionarla a decisiones que el sistema no ha tomado en una década y que no se sabe si las tomará.
Nuestra crisis de legitimidad partidaria es singular; depende de procesos corrosivos como el voto preferencial, la supresión de la democracia interna y el auge del emprendimiento partidario ultrapersonalizado, una dinámica en la que la formación de la representación es más nociva que el ejercicio mismo de esa representación. No obstante, el sistema solo se espanta de las consecuencias sin abordar las causas, un círculo vicioso que corre el riesgo de extenderse otros diez años.
Pagamos un costo histórico por el sentido equívoco con el que se encaró la regulación de los partidos en la década pasada, con laxitud para el financiamiento privado y los modelos de democracia interna, resistencia al financiamiento público y apertura al ingreso de formaciones independientes, regionales y locales. Si se quiso para el Perú, siguiendo la clasificación de Giovanni Sartori, un sistema de partidos de pluralismo moderado, se consiguió en un primer momento uno atomizado y ahora un sistema que ha dejado de ser tal.
Esa política ya fue y es tarde para el pasado. Las nuevas formas de identidad social y política ya están aquí. Hay más líderes fuera de los partidos que dentro de ellos y más “partidos” que no lo son pero que operan como si lo fuesen, con programas y liderazgos propios, y formas también propias de movilización. Llamar al partido mediático, empresarial o digital, por citar algunos ejemplos, con el rótulo cerrado de “poderes fácticos” es una verdad incompleta.
El reemplazo de la antipolítica por la política es un desafío serio. El país tiene un nuevo relato social del que deben hacerse cargo las nuevas y viejas formaciones. El retorno de la política es una necesidad impostergable que cada sacudón nos recuerda. El de ahora es crucial porque nunca tuvimos elecciones junto a un estallido vasto de corrupción. Así, es probable que la política retorne en otros cuerpos, a través de movimientos sociopolíticos que con distinto signo impactan América Latina, o nuevos liderazgos con menos militancia, en contra de militancias tradicionales sin liderazgos.

viernes, 29 de agosto de 2014

Billetera mata partido y militante

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/billetera-mata-partido-y-militante-22-08-2014
La República
La mitadmasuno
22 de agosto de 2014
Juan De la Puente
Un seminario realizado esta semana por la ONPE, Idea Internacional y la Fundación Konrad Adenauer ha puesto con solvencia  sobre la mesa el problema del financiamiento de la política en el Perú, abordando clásicos tabúes como las donaciones, las redes ilegales, la precariedad de la supervisión de fondos y la legislación comparada.
Como a otros países de la región nos sucede algo curioso. En la teoría política, los principales organizadores de la política con la ideología y los programas, en tanto que en el mundo moderno los sistemas han logrado incluir el financiamiento en esquemas legales que regulan, ponderan y equilibran los factores de la movilización política de la sociedad, de modo que con el dinero y no contra el dinero, las ideas y los programas siguen siendo los factores centrales del quehacer público.
En el Perú, no obstante, desde 1985 y con mayor intensidad desde el 2001 el dinero es el principal organizador de la política, un modelo desregulado, nada ponderado y desequilibrado.
Este resultado se debe a cinco procesos que han operado con increíble eficacia; el primero, el incremento del costo de las campañas electorales debido a la expansión de la oferta publicitaria y la compra de votos, el aumento de la demanda de prebendas por parte de los electores, y la transformación definitiva de las campañas en operaciones más personales que institucionales. Cada 5 años se tiene en el país 1,500 campañas congresales, cada una de ellas con su propia economía.
El segundo proceso es el financiamiento ilegal, tanto el que procede de fuentes legales pero que es ocultado y el financiamiento ilegal por su origen: del narcotráfico, minería y tala ilegal, contrabando y otros. El tercer proceso es la compra directa de cargos por empresas mediante pagos por adelantado, una tendencia aparentemente incontenible en regiones y municipios.
El cuarto proceso es el desborde de la institucionalidad partidaria que interactúa con el flujo del dinero no regulado, consolidando el cacicazgo regional y local y la hegemonía de una plutocracia partidaria que convierte en dirigente al que tiene más dinero, o franquea la entrada al sistema a partidos empresariales, una de cuyas expresiones es, por citar un caso, Alianza para el Progreso (APP).
En esa forma de la política, billetera mata partido, dinero mata programa y chequera mata militante. Esta dinámica se fortalece con procedimientos de elección como el voto preferencial que disuelve el colectivo político y deshabita a los partidos; según el JNE, el año 2011 solo el 37% de candidatos al Congreso estaban afiliados a los partidos por los que postularon, en tanto que al inicio del actual período parlamentario 65 legisladores no militaban en los partidos por los que fueron elegidos.
El quinto proceso es el intenso emprendimiento partidario, que solo es posible con el despliegue de recursos. Desde 1992, en nuestro país se han legalizado 55 partidos, para lo que se han debido recabar por lo menos 22 millones de firmas, a un costo total mínimo de 22 millones de dólares. Un dato más abona a lo señalado: según la ONPE, entre el 2010 y 2012 más de 150 agrupaciones adquirieron kits electorales para inscribirse como partido político.
Por esa razón, abordar la regulación del financiamiento de la política es muy urgente, probablemente en un esquema mixto que combine los fondos públicos y privados. Al mismo tiempo, es preciso que esta regulación asuma una opción estratégica que además de la regulación administrativa que se propone vigilar el ingreso de dinero y la rendición de cuentas, se preocupe por disminuir el flujo de dinero en las campañas.
Este tema nos deriva a la reforma política y debería incluirse en ella, contra los deseos que ya se advirtieron el año pasado cuando se pretendió concretar el financiamiento público sin democracia interna, aumentando el número de firmas para inscribir a los partidos, incrementando el número de invitados independientes y sin hacer más vinculante la rendición de cuentas.

viernes, 22 de agosto de 2014

Control político o cama saltarina. Seis comentarios al voto de investidura que no es de investidura


Por Juan De la Puente
Lo sucedido con el llamado voto de investidura se presenta otra vez como una comedia de enredos que, vista con realismo y principismo, no beneficia ni al gobierno ni a la oposición, al mismo tiempo que deja sentado antecedentes que debilitan el sistema político peruano y su régimen democrático. Aquí algunas ideas:
1.- La comedia de enredos surge de una decisión equívoca del Congreso en marzo pasado a raíz de la presentación del gabinete Cornejo cuando, a partir de una interpretación con escaso sentido práctico y jurídico, se impide que la votación mayoritaria en ámbar (abstención) no signifique un rechazo al pedido de confianza. Esta disposición, que no figura ni en la Constitución ni en el Reglamento del Congreso, se origina en un acuerdo del pleno de 11 de diciembre del año 2003 que aprueba un informe de la Comisión de Constitución sobre el procedimiento a seguir cuando una comisión ordinaria pide facultades de investigación y sobre la aplicación del Reglamento en el caso de que como resultado de una votación las abstenciones sean mayores a los votos a favor o en contra. Esta decisión no se convirtió en norma positiva y como se aprecia no resiste un mínimo test de legalidad.
2.- Esta interpretación que parecería beneficiar a un gobierno, en este caso al de Ollanta Humala, en realidad beneficia a la oposición, aunque a la larga perjudica a todos. Permite que el Congreso, formando una mayoría no política (es decir con programa propio) bloquee al gobierno. Muy al estilo peruano, el hecho que el Congreso no apruebe ni rechace al gabinete abre un período signado por la pérdida de legitimidad, lo que en realidad no es el propósito del mecanismo constitucional del llamado voto de investidura. La figura de sesiones de voto infinitas -no se ponen de acuerdo y si son tres o más- es tan insolvente que podría tenerse a un gabinete rebotando cada dos días, un modelo de política italiana que no debería imponerse en el Perú, un país de instituciones débiles.
3.- El mismo “voto de investidura” peruano no lo es, como tampoco lo es nuestro "premier"; es así que en los artículos 130° y 134° de la Constitución este procedimiento recibe el nombre de voto de confianza.  El voto de investidura es propio de los regímenes parlamentarios donde la jefatura de gobierno está separada de la jefatura de Estado, de modo que el Congreso inviste, nombra y permite formar gobierno recurriendo para ello a una mayoría política, es decir aquella que se presenta con un programa propio y si es necesario a través de alianzas. En nuestro régimen presidencial, el Congreso no forma gobierno, no inviste y no designa al premier; su papel es confirmar, controlar y si se quiere ratificar o habilitar, y de allí la palabra confianza. Por lo mismo puede no confiar, desaprobar o no confirmar y en ese caso existe un procedimiento establecido: nuevo gabinete, y si es el caso nuevas elecciones si dos gabinetes han sido censurados o no alcanzaron la confianza. En esa perspectiva, el debate de la llamada investidura ha sido en general juicioso y por esa razón debió concluir en una decisión cierta y útil. Lo que se tiene en cambio es una incertidumbre constitucional, política y específicamente gubernamental.
4.-Una cosa es el control político y otra una cama saltarina. Así como el Congreso no puede bloquear al gobierno, aunque si puede censurar o no entregarle la confianza, tampoco puede establecer figuras que salen de los límites de sus funciones de control. La idea del diálogo Ejecutivo/Legislativo es consustancial al control y de hecho el llamado indirizzo político europeo (colaboración de órganos más control) es rico en ejemplos. Es un acto y un proceso, no una medida de presión o una coartada. Por ello que la idea de negociar nombres de ministros y políticas es muy peligroso para el mismo Congreso que termina, por ese mecanismo, siendo parte de las decisiones del Ejecutivo, un Congreso gobernante o casi gobernante. Todo esto lo digo coincidiendo en que fue un error del gabinete ir al Congreso como si fuera el primero del gobierno y sin dejar en su casa al ministro Eleodoro Mayorga.
5.- De modo que ahora tenemos un Congreso que no ha negado la confianza ni ha habilitado al gabinete pero en cambio ha bloqueado al gobierno y acaba de aplicarle al Ejecutivo un dardo adormecedor. Si somos optimistas, esta etapa puede durar tres días, aunque igualmente treinta. Todo ello en lugar de votar verde o rojo a la primera o considerar como lo dicta el sentido común que el voto ámbar es igualmente un rechazo a la confianza y por lo tanto con efecto jurídico constitucional. Son las consecuencias de la práctica de un pseudo parlamentarismo en el marco de un presidencialismo ya deformado por la Constitución de 1993.
6.- Me interesa también la perspectiva política de los hechos y su prospectiva. En ese sentido, este episodio tiene dos actos; el primero el de la cama saltarina, pero advierto que en el segundo la base de esta cama se desfondará y los actores, los que saltan y hacen saltar, recibirán tomates y naranjas del respetable.

sábado, 16 de agosto de 2014

La rebelión de los malos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-rebelion-de-los-malos-15-08-2014
La República
La mitadmasuno
15 de agosto de 2014
Juan De la Puente
La delitopolítica es la fase superior de la antipolítica, el sistema de organización del poder y de la gestión del Estado vigente desde hace 25 años y que ahora nos estremece al ponernos sobre la mesa a centenares de candidatos con sentencias penales por delitos sobre los cuales la sociedad tiene un especial cuidado.
Aunque la verdad sin tapujos es que ni el Estado ni la prensa deberían horrorizarse demasiado, sobre todo si el primero fue impulsor y cómplice de la antipolítica y la segunda su entusiasta anunciadora, promotora y defensora. Tampoco el mercado debería sorprenderse tanto porque en las últimas décadas ha pedido y bregado por un sistema político bonito y barato, no necesariamente bueno, y lo ha conseguido.
La presencia de candidatos narcotraficantes, violadores, usurpadores, secuestradores y terroristas en las listas electorales no es reciente aunque revista ahora la forma de una invasión. Están siendo paridos por un sistema que aplaude y premia el rechazo a los partidos, a las ideologías y al compromiso doctrinario. Lo que empezó como la adulación a los independientes por su naturaleza pragmática, sin lealtades y sin historia adquiere ahora la forma de una resignación pública ante un modelo que se sabe puede existir solo sobre la base de partidos pequeños, débiles y a merced de los caudillos, con una vida precaria y sin democracia interna, una travesía en permanente emergencia acosada por movimientos regionales y locales que reproducen y masifican la corrupción, el populismo y el clientelismo.
Los partidos fueron en este proceso víctimas y verdugos. La antipolítica les fue impuesta por lo poderes fácticos aunque se produjo al mismo tiempo como resultado de su falta de competencia para enfrentar las crisis en la década de los ochenta. Ya es un consenso en la academia considerar que el quiebre de lo que alguna vez pudo llamarse sistema de los antiguos partidos es a la vez asesinato y suicidio.
La desprofesionalización de la política se acentuó en la década pasada; a ella concurrieron medidas y fenómenos como la misma Ley de Partidos que consagró el fichaje de independientes y relativizó las elecciones internas. En un proceso paralelo, el voto preferencial y la falta de financiamiento público de los grupos políticos dinamizaron el encarecimiento de las campañas electorales consolidando el eje que mueve casi toda elección: candidatos prestados/dinero. Mi cálculo conservador es que en estas elecciones se gastarán por lo menos 1.000 millones de soles.
Los antiguos partidos se resistieron inicialmente a este impulso de compra y venta de listas electorales, pero han sucumbido a la tentación; la antipolítica ha logrado que todos se adecúen a ella y desde esa legitimidad ha convertido la formación de la representación en lo que ahora es, un proceso generalmente irregular y a veces fraudulento de reclutamiento de militantes, formación de comités y designación de candidatos.
No es extraño que en ese contexto las elecciones sean una oportunidad para que los malos salgan del clóset y se trepen con dinero en la mano a la lista electoral que encuentren. Esta fase superior de la antipolítica está en su momento inicial; los más de 2 mil candidatos sentenciados son apenas el 2% del total de candidatos en todo el país, pero al ritmo en que opera puede alcanzar fácilmente el 6% u 8% en los siguientes comicios, un porcentaje capaz de arrebatarle a la sociedad el impulso de cambio.
Lo que no aparece suficientemente claro en la indignación de medios y líderes es la asociación de la delitopolítica con otros fenómenos que estallan al mismo tiempo, como la corrupción regional y municipal; el plagio de planes de gobierno; la compra de periodistas, jueces y fiscales; y la corrupción de buena parte de jurados electorales especiales. Quizás sea un esfuerzo agónico para decirnos que a pesar de que los malos se rebelan, arrinconan a los buenos y se cuelan a los cargos de representación popular, la reforma política no es necesaria porque aún podemos seguir conviviendo con la antipolítica.

viernes, 8 de agosto de 2014

La reforma huérfana

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/la-reforma-huerfana-08-08-2014
La República
La mitadmasuno
8 de agosto de 2014
Juan De la Puente
La reforma política fue abordada incluso antes de la aprobación de la Ley de Partidos Políticos (LPP) Ley N° 28094 del 2003. Como se recuerda, luego de la caída del fujimorismo se plantearon cambios institucionales y constitucionales de alto calado, cuyo paradigma más elevado fue la formación de una Asamblea Constituyente y la aprobación de una nueva constitución, y en una lógica minimalista la reinstalación del bicameralismo y la descentralización.
La misma LPP fue recibida con desconfianza y poco entusiasmo; gestionada como parte de las políticas de Estado del Acuerdo Nacional suscrito un año antes, fue posible solo por el empeño de un reducido grupo de líderes políticos y de la Asociación Civil Transparencia e Idea Internacional. Entonces, la academia razonaba con un receloso perfil, advirtiendo: 1) que lo más importante era fortalecer los partidos existentes y no debilitarlos normativamente; 2) que no debería ampliarse más un sistema ya demasiado abierto; 3) que debería colocarse más barreras de entrada al sistema y vallas para la permanencia en él: 4) que era riesgoso promover la renovación desordenada de las dirigencias partidarias; y 5) que era preciso abocarse a la reforma del Estado como un mecanismo legitimador de la política.
La LPP tuvo un sentido institucionalizador de lo existente antes que reformista, y a esa mediatización se debe su rápido fracaso. En el 2006 se hizo evidente la crisis de lo poco que quedada del sistema de partidos, cuando el parlamento se pobló de legisladores independientes ganadores de costosas campañas y cuando los partidos se replegaron a Lima y a las elecciones nacionales abandonando el resto del país. Los comicios del 2010 y 2011 profundizaron la crisis; en el 2010, las estructuras nacionales solo ganaron en 4 de 25 regiones, en 77 de 195 provincias y en 693 de 1.605 distritos. Y en el parlamento del 2011, por lo menos 65 legisladores electos no eran militantes de los partidos por los que postularon, a pesar de que algunos pasaron por fórmulas de comicios internos, obviamente fraudulentas. Nuestro Legislativo, un órgano político por excelencia, fue diezmado de políticos.
Si la LPP fue un hijo no deseado y esperado, la reforma política es evitada. La mayoría de partidos han desarrollado una sensibilidad contra la reforma y los que lo desean poseen dirigencias débiles ante sus bancadas, especialmente en este tema. Ello no ha impedido que la LPP haya sido modificada 8 veces y en 17 de sus 41 artículos, sobre todo para cerrar el sistema, elevando a 450 mil las firmas requeridas para legalizar nuevos partidos.
La reforma policía fue obviada por los candidatos presidenciales que compitieron el 2011; también fue ignorada por casi todos los medios y silenciada en los partidos; y hasta hace poco, la mayoría de académicos, politólogos y analistas pasaban de largo frente a ella con el registro general de que el problema de la políticas y de los políticos no son las reglas, una rotunda fórmula negadora. Este temperamento alcanzó inclusive a los proyectos de Código Electoral y de Ley de Partidos presentados en consenso por los organismos electorales al Parlamento.
La mención a la reforma que hiciera el Presidente de la República en su reciente mensaje a la Nación se produce luego del estallido de la corrupción regional aparejada con la fundición de las bancadas parlamentarias. En este nuevo momento se acepta por fin la necesidad de la reforma, aunque deberán pasar algunos años más para concretarla. Por ahora se han empezado a trazar los mapas de navegación de tan trascendental cambio.
Lamentablemente, el nuevo sentido común de la reforma política es todavía débil para imponerse; las llaves de la misma se encuentran en poder de los que viven y se reproducen gracias al viejo sistema de la formación de la representación. Los “comeoros”, “robacables”, lobistas y negociantes son todavía mayoría en el Congreso y hará falta una gran movilización ciudadana que echarlos de los salones del poder.

Los Cornejoleaks y los medios

La violación del secreto de las comunicaciones del ex premier René Cornejo ha expuesto miles de sus correros provenientes de una cuenta privada. No hay duda que se trata de una infracción a la ley penal que en este momento investiga la fiscalía. Sin embargo, la difusión de dichos correos ha empezado a ser considerado un delito por parte de algunos especialistas.
1.- En una entrevista para la web de La República, la Srta. Fátima Toche, jefa de la división de derecho y nuevas tecnologías del Estudio Iriarte y Asociados se ha expresado de la siguiente manera:
Pregunta. - ¿Al hacer mención al contenido de estos mensajes, la prensa comete un delito?
Respuesta.- Sí, porque se está divulgando, por lo menos la primera persona que lo haga, correspondencia destinada a ser privada. Y eso es castigado por el Código Penal.
Pregunta.-¿También la pena es de uno a tres años de prisión?
Respuesta.- Es una pena privativa de la libertad no mayor de dos años.
2.- Esta información es falsa. Ninguna norma penal establece ello. Para precisarlo le pregunté por titear al Sr. Erick Iriarte (@coyotegris) de la empresa que lleva su nombre. Él contestó lo siguiente: “…de hecho no se ha mencionado tiempo, pero el artículo en cuestión es el 164 CP”.
De hecho, esta apreciación es errónea y es una pena que los autores hayan persistido en el error induciendo involuntariamente al temor a medios y periodistas.
El Artículo 164° del Código Penal aborda el delito de publicación indebida de correspondencia:
Publicación indebida de correspondencia
Artículo 164.- El que publica, indebidamente, una correspondencia epistolar o telegráfica, no destinada a la publicidad, aunque le haya sido dirigida, será reprimido, si el hecho causa algún perjuicio a otro, con limitación de días libres de veinte a cincuentidós jornadas.
3.- En este tipo penal, la conducta prohibida en este delito consiste en publicar indebidamente  una correspondencia epistolar o una correspondencia telegráfica. El Código Penal no menciona la difusión de correos electrónicos.  La diferencia entre correspondencia epistolar y correo electrónico es precisa. Así, el delito tipificado en el Artículo 164° del Código Penal sólo es aplicable a los que difunden indebidamente una correspondencia epistolar o telegráfica, no destinada a la publicidad. Por lo tanto, la difusión de correos electrónicos no se encuentra sancionada por el artículo mencionado.
4.- Esto es tan cierto que a la fecha ningún periodista que ha difundido comunicaciones obtenidas ilícitamente por terceros ha sido imputado, ni siquiera en los sonados casos llamados “Petroaudios” y “Potoaudios”, es decir para estos casos a ningún juez o fiscal se le ha ocurrido echar mano del Artículo 164°. En el caso del periodista Palma, no ha sido procesado por publicar comunicaciones indebidamente obtenidas por otros, sino por ser autor material, él mismo, de una violación de la comunicaciones de otra persona.
En este punto, es importante señalar la valoración por los medios y periodistas de lo que reviste interés público. Este concepto se encontraba ya presente en el proyecto de ley de la Corte Suprema enviado al Congreso en julio de 2011. Antes, en la Sentencia 0027-2005-PI/TC, el TC también se refrió al tema.
5.- El año 2010, el TC aclaró su postura en relación a la imputación de los periodistas en los casos de la interceptación de las telecomunicaciones y su divulgación por los medios de comunicación. Esta aclaración dice así:
“Que en relación a la interceptación de las telecomunicaciones y su divulgación por los medios de comunicación, está prohibida la difusión de información que afecte la intimidad personal o familiar, o la vida privada del interceptado o terceras personas, salvo que ella sea de interés o relevancia pública, lo que debe ser determinado en cada caso por el propio medio de comunicación. En caso de exceso tanto el periodista, como los editores y/o los propietarios de los medios de comunicación, serán responsables por tales excesos, según lo determine la autoridad competente”.
6.- La imposibilidad de imputar a los periodistas en base al artículo 164° llevó al que el Congreso, en base a varias iniciativas apruebe la llamada Ley Mordaza, cuestionada por el Consejo de la Prensa Peruana (CPP) IPYS, IDL y otras instituciones. Esta ley fue observada por el Presidente de La República Ollanta Humala. Se entiende lógicamente que por esa razón, hoy día ni con el Artículo 164° ni con el Artículo 162° se puede imputar a un medio o periodista por divulgar documentos obtenidos ilícitamente por terceros.
7.- El Artículo 162° si fue modificado en dos oportunidades recientemente.
La Cuarta Disposición Complementaria Modificatoria de la Ley N° 30096, publicada el 22 octubre 2013, incluyó mayores penas si los autores de las interferencias cuando el delito recaiga sobre información clasificada como secreta, reservada o confidencial de conformidad con las normas de la materia o cuando el delito comprometa la defensa, la seguridad o la soberanía nacional
Luego, la Ley N° 30171, publicada el 10 marzo 2014, incluyó penas cuando el delito recaiga sobre información clasificada como secreta, reservada o confidencial de conformidad con la Ley 27806, Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública o si el agente comete el delito como integrante de una organización criminal, la pena se incrementa hasta en un tercio por encima del máximo legal previsto en los supuestos anteriores.
8.- Como se aprecia, queda claro que en el Perú en este momento ningún periodista o medio puede ser procesado por divulgar las comunicaciones obtenidas ilegalmente por otros si estas revisten interés público. Es cierto que el sistema legal está a la espera de un mejor diseño de lo que se denomina interés público, pero esto no implica violar las libertades informativas.
Aquí la entrevista de la Srta. Toche:
Esta es la aclaración del TC en referencia al asunto, a propósito de los “Petroaudios”: