viernes, 31 de enero de 2014

Patriotismo tardío y tardón

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/patriotismo-tardio-y-tardon-31-01-2014
La República
La mitadmasuno
31 de enero de 2014
Juan De la Puente
Varios comentarios sobre el fallo de La Haya no parecen guardar relación tanto con el sentido común como con el trabajoso proceso realizado por el Perú en demanda de sus intereses territoriales. Estas reacciones son de antología y asumen la expresión de una cultura sobre la que puede entenderse que no sabe perder pero que tampoco sabe ganar. Me refiero a algunos de estos comentarios.
1.) La media victoria. Todo triunfalismo es malsano, en la misma dimensión que el derrotismo. De pronto, los volúmenes de pesca que han quedado en manos chilenas y peruanas terminan siendo lo central del proceso de La Haya y del futuro. Esta visión “pescadocentrista” que reduce inclusive las posibilidades de pesca de solo una especie se presenta tardíamente como patriótica. Luego de 60 años de haber depredado el mar peruano descubre que hay centenares de pescadores artesanales en Tacna sumidos en la pobreza desde hace dos siglos, casi en la misma dimensión que los pescadores de Arica. Los “pescadocentristas” olvidan que el Perú no fue a La Haya por derechos pesqueros sino a reivindicar territorios marítimos que ahora cuentan con un título legítimo. ¿Cómo hacerles entender que los recursos naturales forman parte de nuestros intereses nacionales incluidos en un concepto amplio, que importan todos los días, y sobre los cuales habría que tener una perspectiva estratégica?
2.) La Corte cambió. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha sido objeto de encendidas críticas que son naturales en una cultura donde lo fallos judiciales son pasibles de cuestionamiento. Sin embargo, en más de un caso, los detractores han pasado al espanto, iracundos contra su decisión de apartarse de su  jurisprudencia. No obstante, debe advertirse que la CIJ no es una corte nacional y que en los tribunales internacionales la jurisprudencia tiene un uso especial que deviene de sus igualmente especiales competencias. Solo basta reparar en el artículo 38° del Estatuto de la CIJ para entender la formación de las fuentes del derecho a través de sus sentencias y en el hecho de que al reconocer la llamada “frontera tácita” marítima no es la primera vez que La Haya innova sus anteriores sentencias.
En tal sentido, puede entenderse la incomodidad por la decisión de la Corte de fijar una línea paralela de 80 millas antes de fijar una línea equidistante hasta las 200 millas, pero las raíces de esta decisión no habría que encontrarlas en La Haya sino en la política nacional, en sus actos de Estado equívocos en los años 1952 y 1954 y en los 50 años de abandono de territorio que se presume propio. En este caso, el patriotismo debería ser útil para ajustar cuentas internas y no para mirar la viga en el ojo ajeno.
3.) Tacna herida. Pasa lo mismo con la parte del fallo que se presume afecta a Tacna. De pronto, es La Haya y un puñado de jueces extraños los que han impedido que esta región tenga mayores posibilidades de desarrollo a partir de “su” litoral. No son responsables los gobiernos y representantes que desde hace casi dos siglos han olvidado al sur, ni el Estado peruano que se ha quedado en la contemplación del heroísmo tacneño y que, fuera de algunas leyes de exoneraciones tributarias y de facilidades aduaneras, se ha puesto de espaldas a esta frontera igual que ante las otras. El patriotismo tardón no ha reparado aún en que Tacna y Arica han construido desde hace 15 años un camino propio, sin La Haya y sin Lima, con inteligencia y tolerancia y que son, paradójicamente, las primeras regiones en superar de verdad y no solo en el papel al trauma de la Guerra del Pacífico.
Este modo de patriotismo tardío y tardón rasga las banderas de la unidad nacional alcanzada en vísperas del fallo, dándole a este momento y de cara al fallo una mira extremadamente baja, recortando la importancia y la perspectiva histórica de lo que acaba de ocurrir. Resistirse a apreciar el aspecto central de la sentencia, una firme victoria en un tribunal internacional que resuelve una controversia sin una gota de sangre termina siendo, mirado con realismo, nada patriótico.

Una épica sin ideas

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/una-epica-sin-ideas-24-01-2014
La República
La mitadmasuno
17 de enero de 2014
Juan De la Puente
El comunicado de la CONFIEP del pasado 12 de enero ha sido severamente criticado desde dentro y fuera del gremio. No son pocos los ejecutivos de empresas que consideran que el tono y el fondo fueron desproporcionados y poco corteses con un gobierno que se ha prodigado generosamente en favor de las demandas empresariales enajenando inclusive su relación con otros sectores sociales.
El pronunciamiento es ciertamente de antología. Su estilo tremendista junta en un haz un conjunto de problemas políticos en proceso, serios y debatibles, a los que se le adjudica la condición de “hechos” que afectan la confianza empresarial que alteran el clima de inversiones, generando discordia y división. Si se buscaba un ejemplo del discurso trillado impropio de los que hablan a nombre de la empresa peruana, se ha encontrado uno perfecto.
Una de las intervenciones más políticas de la CONFIEP pretende quitar el sentido político de complejos asuntos de Estado que si bien merecen la opinión de todos, incluyendo la de los empresarios, es inadmisible considerar que pertenecen a un ámbito intocable y que por lo tanto sobre ellos no cabe ni la opinión ni la decisión del Estado.
No deja de ser extraño que la CONFIEP haya guardado silencio sobre el alto nivel de confrontación política que se experimenta desde hace casi un año y que en más de una ocasión haya alimentado esta con posiciones radicales. El concepto “ruido político”, aunque muy debatible, que los economistas usan en la medición de expectativas no parece haberlos alterado durante varios meses y solo han reparado en él cuando fueron tocados algunos intereses vinculados a los medios de comunicación. Una vez más se presentan asuntos privados como si fueran de todos.
Sin embargo, quizás no deberíamos preocuparnos demasiado por este comportamiento, en el contexto en que la CONFIEP ha dejado de ser el eje sobre el que gira el temperamento de la empresa peruana. Varias de sus partes tienen una vida propia muy intensa, proactiva y moderna, y pertenecen al segmento moderno de la empresa que a fuerza de los desafíos ofrece una relación más abierta de la sociedad y del Estado, menos patrimonialista y con una visión menos demandante y más colaborativa. Las experiencias de los recientes CADE, los congresos mineros y los procesos de responsabilidad social exponen un desarrollo desigual del quehacer empresarial donde la CONFIEP queda reducida a un papel sindical empresarial duro, a costa de sacrificar su tradicional papel de gremio de gremios.
Este desfase es inevitable en un país en el que el crecimiento segmenta a las empresas y a los sectores de acuerdo al nivel de la inversión y a la conciencia de sus ejecutivos. Un conjunto de empresas cuyo número se incrementa, se apropia de preocupaciones sociales, ambientales, laborales y de innovación tecnológica en beneficio del recurso humano; ese sector procura la toma de posición en torno a las instituciones y la democracia y es más resistente a mezclarse con campañas políticas dirigidas.
Otros países con un mercado menos amplios y diversificados tienen una elite empresarial más articulada y coherente que han sabido dar paso a think tanks orgánicos de la empresa en procura de una visión de país. En El Salvador, por señalar un caso, funciona la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES). En el Perú, en cambio, la CONFIEP no ha podido generar un centro de reflexión propio por falta de claridad y de desprendimiento; en el mundo empresarial son conocidos sus problemas de liquidez para los gastos corrientes.  
Un papel de reflexión para y desde el mundo de la empresa lo cumplen en cierto modo exitosas consultoras como Macroconsult y Apoyo y otras empresas especializadas en rubros específicos. No obstante no deja de ser extraño que en un país donde se lleva a cabo una batalla épica entre los últimos bastiones del modelo económico neoliberal y las políticas heterodoxas que embisten el continente hace una década, la defensa de la fortaleza sea tan escasamente organizada, esperanzada en los comunicados.

miércoles, 29 de enero de 2014

Fallo de La Haya es un triunfo. No es salomónico

Declaraciones al programa Ideéleradio de Radio San Borja
28 de enero de 2014
http://www.ideeleradio.org.pe/web/wNoti.php?idN=8986&tip=principal

Ideeleradio.- El fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que define un nuevo límite marítimo entre Chile y Perú no es salomónico, es un triunfo para el país, afirmó el analista Juan De la Puente, tras considerar que esa resolución se debe analizar desde una perspectiva estratégica, histórica y política.
“Cuando uno va a una corte, sea por razones estatales o privadas, plantea una reclamación y, obviamente, espera ganar, sino no pediría a un tercero el pronunciamiento. Y un tribunal de justicia dio un veredicto, en este caso la corte de La Haya, y, evidentemente, en gran medida ha logrado satisfacer las demandas territoriales de Perú, y desde ese punto de vista hemos ganado”, señaló en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Yo incluso cuestionaría el concepto salomónico, porque este concepto se adjudica a un bien en disputa que el juez intenta [beneficiar a todos]. Yo no aplicaría el concepto salomónico, este es un fallo muy favorable al Perú, desde ese punto de vista es un triunfo”, puntualizó.
Fuimos por soberanía y no por derechos de pesca
El analista descartó, en ese sentido, que la sentencia deje al país un sabor agridulce porque no acudimos a La Haya por derecho de pesca, sino para reivindicar territorios y soberanía. Pidió al Perú que no imite la postura chilena que centra su posición en minimizar la pérdida de territorio marítimo en base al aprovechamiento económico de la zona.
“He escuchado voces un poco pesimistas, que dicen que Chile ha conseguido 80 millas paralelas y, luego,  el resto equidistancia como que esto nos deja un sabor agridulce. Yo quiero descartarlo, pasaríamos a la historia como el único país de la tierra que va a un tribunal internacional, que consigue el 70% y la gente cree que ha perdido”, declaró.
“Desde la perspectiva histórica y estratégica, el Perú no fue por derecho de pesca a La Haya, fue a reivindicar territorios, soberanía y derechos. Si es que en el razonamiento de la Corte y el razonamiento de la parte chilena hay una valoración tan excesiva respecto al beneficio o no de los pescadores, nosotros no podemos imitar esa lógica”, manifestó.
Ninguna región tiene mar propio
Finalmente, consideró que se debe tomar en cuenta que el mar peruano es uno solo, ya que ninguna ley atribuye un “mar propio” a determinada región, al hacer referencia al malestar de Tacna. Remarcó que el fallo debe ser visto desde una perspectiva estratégica, histórica y política.
“Tenemos en el 52 y el 54 acuerdos de pesca con Chile y, finalmente, el Estado Peruano tiene la obligación de indemnizar y ayudar a aquellas poblaciones que podrían sentirse no beneficiadas, pero que quede claro que hemos ido por reivindicaciones territoriales”, aseveró.
“He escuchado conceptos como que Moquegua tiene más mar que Tacna, perdón, el mar es un solo. Ninguna ley peruana, la Constitución o la ley de regionalización señalan que alguna de las 10 regiones con litoral del Perú tiene un mar propio, entonces hay que razonar desde una perspectiva estratégica, histórica y política”, concluyó.
Reconoce labor del Servicio Diplomático  
La sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre el diferendo marítimo entre Perú y Chile favorecerá la popularidad del presidente de la República, Ollanta Humala, estimó el analista político, tras resaltar el rol que cumplió el Servicio Diplomático y, en particular, la labor del excanciller Rafael Roncagliolo en la ratificación del equipo jurídico del Perú en La Haya.
“Es evidente que esto favorece al presidente Humala y para un sector él es un primer ganador en términos personales. No obstante, sería injusto no reconocer que este es un proceso por el cual han atravesado tres presidentes, Toledo, García y Humala y más una institución como la Cancillería y, en esto, en los reconocimientos, no tendríamos que ser mezquinos y [habría que reconocer el trabajo] del Servicio Diplomático del Perú y de los cancilleres que hemos tenido”, declaró en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.
“Yo creo que el excanciller Rafael Roncagliolo jugó muy bien las cartas de la continuidad, porque en la segunda vuelta electoral jugaron contra Humala y ya de cara al futuro, Humala tuvo el gesto republicano, y en eso Roncagliolo jugó un papel importante de plantear una línea de continuidad, ratificar a la gente y poner como coagente al canciller del gobierno anterior [José Antonio García Belaunde] y vestir mejor el equipo jurídico en La Haya, incorporando también al ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros”, puntualizó.
“Hay un momento que es político y emocional que durará aproximadamente dos semanas o tres semanas, pero creo que en esta etapa lo más importante es sentirse más que triunfadores, digamos satisfechos. No vaya a pasar como en otros episodios; ayer viendo un poco la televisión me pareció que era un poco así, que los chilenos estaban haciendo los esfuerzos por no sentirse perdedores, y muchos peruanos estaban haciendo los esfuerzos para no sentirse ganadores, lo cual me parece esquizofrénico”, expresó.
“Hay una segunda parte que es la parte de ejecución del fallo y en esa es una parte que también requiere unidad nacional. Nosotros hemos tenido en este tema diez meses de dura guerra política, una alta polarización y hemos logrado aislar con mucho esfuerzo una especie de consenso para este asunto”, acotó.

viernes, 24 de enero de 2014

Heraldo Muñoz, el nuevo canciller chileno y el Perú

El designado canciller chileno Heraldo Muñoz, que iniciará sus funciones el 11 de marzo con el gobierno de la Presidente Michelle Bachelet es un sagaz político y un hábil conocedor del Perú. Su relación con nuestro país data de los años 70 cuando en su condición de dirigente del Partido Socialista tomó contacto con organizaciones de la izquierda peruana en el marco de la lucha contra la dictadura de Pinochet. Hasta 1986 fue secretario de relaciones internacionales del Partido Socialista, luego fundador del Partido por la Democracia (PDPD) junto a Ricardo Lagos, y miembro del comando ejecutivo del No en el plebiscito de 1988.
Durante los gobierno de la Concertación desempeñó cargos que siempre lo tuvieron cerca de las relaciones peruano/chilenas. Fue Ministro Secretario General del Gobierno (2002-2003) y antes Subsecretario de Relaciones Exteriores (2000-2002), en el gobierno de Lagos. También fue embajador de Chile en Brasil (1994-1998) ante la OEA (1990-1994) y ante las NNUU (2003-2010).
Desde mayo del 2010, fue Subsecretario General de la ONU y jefe para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En esa condición vino varias veces al Perú; una de ellas fue como representante del Secretario General de NNUU Ban Ki-moon a la toma de posesión del Presidente Ollanta Humala el 28 de julio del 2011. Con el Presidente Humala se ha reunido varias veces y ha compartido con él actos públicos. Tuvo igualmente una relación cercana con el canciller Rafael Roncagliolo.
Poco antes de la segunda vuelta electoral del 2011, Muñoz salió al paso de las visiones catastrofistas que auguraban que un triunfo de Humala llevaría al Perú al regazo de Hugo Chávez, Durante un viaje a España declaró que no se debería descartar que el entonces candidato nacionalista Humala pueda convertirse en el “Lula” peruano. Dijo que no creía que las elecciones peruanas puedan tener un “efecto particular” en las relaciones y equilibrios políticos de los países de Sudamérica y aseveró que lo que hay en América Latina es diversidad.
En noviembre del 2012, participó en Lima en la presentación del Cuaderno la Protesta Social en América Latina, documento elaborado por el Proyecto de Análisis Político y Escenarios Prospectivos (PAPEP) de PNUD. Allí dijo que el conflicto social no es negativo y que detrás de estos conflictos hay deterioros reales de la calidad de vida de la gente, que tiene que ver con postergaciones, como la educación, por ejemplo, la carga histórica de la desigualdad.
También estivo en Lima en noviembre del año pasado para presentar el Informe Regional de Desarrollo Humano (IDH) 2013-2014 "Seguridad Ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina. En esa oportunidad cuestionó las políticas de “mano dura” contra el crimen y dijo que cada país se necesita un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana en el que participen desde los gobiernos y los partidos políticos a la sociedad civil, de modo que la seguridad no se vea politizada y se transforme en una política de Estado.
Muñoz es el canciller ideal para este momento de la política internacional chilena que sin duda será jalonada por el fallo de La Haya, el 27 de este mes. Es un negociador hábil y se relaciona con facilidad con las diversas tendencias de la política regional. Junto a José Miguel Insulza son los chilenos más experimentados en la política internacional; fue facilitador de las consultas sobre la reforma del Consejo de Seguridad (2007-2008) de las NNUU y Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU (2004). En el Consejo de Seguridad, también presidio el Comité de Sanciones contra Al Qaeda y los Talibanes (2003-2004). En febrero de 2009, Ban Ki-moon lo nombró Presidente de la Comisión de Investigación sobre el asesinato de la ex-Primera Ministro de Pakistán Benazir Bhutto, responsabilidad que ejerció hasta su término el 15 de abril de 2010.

viernes, 17 de enero de 2014

Gatillo fácil quiere más sangre

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/gatillo-facil-quiere-mas-sangre-17-01-2014
La República
La mitadmasuno
17 de enero 2014
Juan De la Puente
Dispare primero, pregunte después. La Ley N° 30151 que exime de toda responsabilidad penal a policías y militares que causen lesiones o la muerte a terceros en acción de servicio, aun cuando el uso de sus armas no se realice en forma reglamentaria, es una nueva evidencia de la ruta que ha tomado la lucha contra el delito en el Perú, asumida abiertamente como una respuesta violentista a la violencia del crimen, una receta ya conocida en la región y en el país, sin resultados exitosos.
El gatillo fácil tiene en el Perú casi 20 años. En los años noventa se abrió la ruta del populismo penal a través de normas teóricamente orientadas a enfrentar el incremento de los delitos violentos, especialmente los secuestros. Estas leyes, varias de ellas dictadas al amparo de la delegación de facultades del Congreso, significaron el inicio de las restricciones al derecho de defensa, la limitación del amparo y del hábeas corpus, la imputación de los adolescentes y la posibilidad de que estos puedan ser procesados en tribunales militares. Fueron los años en que se crearon discutibles figuras jurídicas como la del terrorismo agravado o el pandillaje pernicioso.
En aquel momento, los especialistas tuvieron una respuesta unánime de rechazo al giro que se había operado. No obstante, el incremento de la inseguridad ha relajado la doctrina y relativizado las prevenciones de un sistema que necesita combatir la delincuencia desde la justicia y la razón. Los sucesivos cambios en la legislación penal desde el 2001 han configurado un movimiento estatal de mano dura contra el delito que se activa con facilidad. La Ley N° 30151 fue aprobada por una amplia mayoría, al igual que otras normas de incremento de penas, limitación de beneficios penitenciarios, facilidades a la policía para asegurar las pruebas en la escena del delito o levantar cadáveres sin la presencia de un fiscal o juez, y de disminución de la edad mínima de imputabilidad penal.
Para ser sinceros, el gatillo fácil estatal se alimenta mutuamente con la visión de mano dura predominante en la sociedad. Cuando un grupo de policías en Trujillo organizaron hace años un escuadrón de la muerte para ajusticiar a por lo menos 56 supuestos delincuentes, una encuesta de Ipsos Apoyo (diciembre de 2009) recogió que el 47% se mostraba de acuerdo con esta forma de enfrentar a la delincuencia. De hecho, otros sondeos indican que la población simpatiza ampliamente con la pena de muerte, la castración de los violadores, la eliminación de los beneficios penitenciarios, el trabajo forzoso y rapado del cabello de los internos y en general con toda medida radical contra los que violan la ley.
El gatillo fácil se alimenta de la sangre y pide más, sobre todo porque esa forma de abordar el delito es un perfecto fracaso aunque sus promotores, mecanizados y faltos de imaginación, se nieguen a reconocer que la crisis de la seguridad es el resultado de casi 20 años de esas políticas de mano dura. De hecho, el escuadrón de la muerte de Trujillo se formó el 2007 poco después de la promulgación del Decreto Legislativo N° 982 que exime de responsabilidad penal a los policías que en cumplimiento de su deber y en uso de sus armas en forma reglamentaria causen lesiones o muerte.
Matar al delincuente más que al delito es un paradigma vigente en nuestro país, y es profundamente atrasado en relación con políticas criminales más modernas garantistas y sobre todo eficaces. La impunidad de los guardianes ha sido siempre el inicio del fin de la interdicción de la arbitrariedad de los actos del poder, un retroceso de la tendencia histórica que busca limitar el abuso de los encargados del orden.
Una sociedad que cree que los delincuentes no merecen vivir revela mucho más que el populismo penal. Desnuda por ejemplo la incapacidad de las autoridades para entender las razones del origen del delito y ello explica la serie de errores y fracasos en materia de seguridad ciudadana. De leyes restrictivas y violadoras de derechos que luego se vuelven contra los ciudadanos tenemos muchas. Sobran amenazas,  faltan resultados.

viernes, 10 de enero de 2014

El miedo concentrado

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-miedo-concentrado-10-01-2014#comment-form
La República
La mitadmasuno
10 de enero 2014
Juan De la Puente
El debate sobre la concentración de medios presenta varios ángulos, y es frecuente parapetarse en uno de ellos para negar la importancia de los otros. El ángulo más legitimado es el legal, habida cuenta que los tribunales serán los que decidan sobre el recurso de amparo presentado por varios periodistas en el Juzgado Constitucional de la Corte de Justicia de Lima, demandando anular la compra de Epensa por El Comercio, por evidenciar un acaparamiento de medios de comunicación.
El debate legal se ha quedado por el momento en el plano procesal y en una discusión constitucional plana e inmóvil, centrada en el retaceo de un artículo de la Constitución llevado a cabo en la lógica bipolar de verdadero/falso, ignorando los sentidos de la interpretación constitucional y la necesidad de un modelo pluralista del ejercicio de las libertades.
Este reduccionismo debería dar paso a un ejercicio jurídico enriquecido por el derecho comparado y la jurisprudencia nacional e internacional reconocidas. El argumento Kirchner/Correa/Chávez sirve como espolón contra los opositores a la concentración, pero no permite que sus mensajeros construyan una idea convincente en favor del acaparamiento. De allí que, a falta de conceptos, se recurra a la explotación de la cita y a la frase sacada de contexto y se enarbole una supuesta amenaza de estatización de la prensa.
El modelo de debate legal es surrealista. Por un lado se demanda que el tema no se politice, que el Presidente de la República guarde silencio y que los políticos no expresen opinión, Al mismo tiempo, se tejen alianzas políticas, se esgrimen argumentos políticos y se ejecuta una campaña política gigantesca.
El debate legal en tono castrador y huidizo no conduce a ninguna parte. Imposible despolitizar lo que es político y no hay nada más político que la libertad. De hecho, la revisión de la trama de lo ocurrido entre junio y agosto pasado evidencia que la concentración de medios es más política que legal, es decir, primero política y luego lo demás.
El Perú conservador tiene miedo y por eso quiere medios. Más medios es menos miedo. Miedos y medios se organizan como una correlación agresiva desde hace varios años, por lo menos desde la campaña del Fredemo en los años 1989/1990, para impedir el cambio. Y debe reconocerse que es una correlación relativamente eficaz porque si bien no alcanza triunfos electorales (de allí las derrotas de los candidatos respaldados por los medios en 1990, 2001, 2006 y 2011) permite bloquear reformas democráticas, impulsar otras en un sentido conservador o restrictivo, cuando no regatear cambios específicos y cogobernar con los que ganan.
La concentración de medios iniciada el año pasado no preside el proceso de la derecha peruana, pero es la pieza de arranque de una concentración mayor, la de los sectores económicos, partidistas y mediáticos que se preparan para impedir el 2016 un susto similar al del año 2011 y para garantizar la consolidación de un modelo de económico e institucional de largo plazo. Para este caso específico, concentración es sinónimo de unificación.
La operación es audaz; en general, toda forma de concentración del mercado lo es. Me temo, no obstante, que no es moderna, que expresa un renunciamiento a los métodos democráticos que se aplican a la competencia política y un retorno abierto al patrimonialismo del siglo XIX. Esa concentración/unificación termina por desplazar a los partidos de la escena y viabiliza la construcción de un contrapoder que acabará siendo más fuerte que el Estado, el único poder que en la teoría no debería ser superado más que por la soberanía popular.
El temor natural a la derrota que debería canalizar la formación de un polo conservador democrático está siendo mal manejado. Un grupo de halcones –alguien los ha llamado el tea party peruano– está desbordando a los suyos sometiendo el sistema a una tensión que se replicará en otros momentos y ámbitos. Por ahora no están siendo contestados internamente y no sé si habrá allí espacio para la sensatez.

viernes, 3 de enero de 2014

El año de la gran debilidad

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/el-ano-de-la-gran-debilidad-03-01-2014
La República
La mitadmasuno
3 de enero de 2014
Juan De la Puente
El 2014 tendrá la virtud de no ser un año ocasional o exclusivamente de tránsito hacia un nuevo país político que se concretará el 2016; será pleno en lo que Antonio Gramsci llamaba movimientos orgánicos, es decir, sostenibles y no necesariamente coyunturales. Varios hechos serán parte de estos movimientos y influirán en ellos notablemente, como el esperado fallo de La Haya sobre los límites marítimos Perú/Chile; los dictámenes de las comisiones investigadoras de los ex presidentes García y Toledo; la elección de la mesa directiva del Congreso; las elecciones regionales y municipales; y la realización en Lima de la Conferencia Mundial de Cambio Climático, COP20, entre otros.
Se ha extinguido el impulso de la restauración democrática de los años 2000 y 2001; ha muerto porque no pudo alumbrar un nuevo sistema político, renovando actores, ideas e instituciones y universalizando derechos. Tuvo ciertos logros como haber superado la maldición de los 12 años, es decir, más de 12 años de democracia ininterrumpida desde el 28 de julio del 2001, organizado las regiones y acompañado el auge económico con algunas medidas distributivas y de incentivo a la demanda. En ese período se ha progresado, aun con efectos dispares, en varios indicadores sociales de acuerdo al reciente Tercer Informe Nacional de Cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las NN.UU.
Las causas de este agotamiento quedarán para la disputa entre los historiadores: si se debe a las fallas del producto, es decir, a las limitaciones de la transición iniciada el año 2000 o a la fuerza de lo que Carlos Vergara ha llamado acertadamente la promesa neoliberal, relativamente exitosa en la construcción de su propia ciudadanía y, claro, de un régimen político adaptable a ella.
Esta fase del agotamiento es concurrente con una guerra política intensa, que está dejando de ser la clásica confrontación que se alterna con el consenso. Es la política democrática la que ha empezado a escasear y cede su lugar a una sucesión de reyertas, celadas y operaciones de baja intensidad. La antipolítica peruana se ha superado a sí misma y está dando paso a la contrapolítica; ambas son, al fin y al cabo, formas que asume la política, aunque la última de ellas expone una severa crisis de varios espacios del régimen, ya advertida en el pasado.
A pesar de todo lo señalado, el actual régimen político no adolece de una grave inestabilidad y parece dispuesto a soportar estos remolinos y embistes. Luego de tantas críticas sobre la displicencia de los partidos y de sus líderes para emprender una reforma consistente habría que concluir que para las necesidades de la contrapolítica el régimen no necesita reformarse. Puede funcionar con financiamiento partidario privado elevando a niveles estratosféricos las campañas electorales; con voto preferencial funcional a los intereses privados; con políticos “independientes” fichados para la ocasión; y con caudillos más fuertes que sus partidos, grupos que ganan elecciones pero que no gobiernan.
Una ruptura institucional es una posibilidad muy lejana: más bien el régimen está a punto de ser tomado por dentro y este año se consolidará la confluencia de poderes empresariales, mediáticos y partidarios con ese propósito; lo harán en el contexto de una visible debilidad del poder. La gran debilidad previa a la gran transformación.
Las elecciones regionales y municipales jugarán un rol dinamizador de este proceso; la descentralización terminará de ser copada por un conjunto abigarrado de grupos, fuerzas, tendencias y líderes. En ese cuadro, un elemento básico del nuevo país político, los partidos serán imperceptibles. Esas elecciones serán, sin embargo, una oportunidad para la izquierda local y regional que desde allí podrían reconstruir una presencia nacional que se augura esquiva por las dificultades en la formación de un frente amplio.
La promesa conservadora es casi inevitable en la medida en que sea imposible proyectar un nuevo centro político. El Perú necesita una nueva fe reformista y construir una comunidad nacional, pero parece que ese liderazgo está vacante.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Un año de medio pelo

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/un-ano-de-medio-pelo-27-12-2013
La República
La mitadmasuno
27 de diciembre de 2013
Juan De la Puente
Las malas noticias políticas del 2013 son varias y es preciso realizar un esfuerzo para reconocer las de mayor incidencia, pasando del comentario al análisis. Entre todos los fenómenos, escojo cuatro como los más relevantes: la pérdida de la mayoría política y social por el gobierno, la guerra política gobierno/oposición, el hundimiento del centro político y el reflujo de los movimientos sociales.
La caída de la aprobación presidencial, 33 puntos en 10 meses, es aún motivo de debate; la mayoría de observaciones apunta a que esta obedece a un concepto genérico denominado “mala gestión”, que hace énfasis en el efecto, impidiendo precisar las causas. Es sintomático que en la mayoría de encuestas haya desaparecido la variable “incumplimiento de ofertas” como una de las razones de la desaprobación presidencial. De ese modo, en el ámbito “Humala comentario” la desaprobación se debe a sus desaciertos, aunque en el “Humala análisis” la serie de insatisfacciones como inseguridad, corrupción, conflictos, programas sociales, retraso salarial y derechos, debe leerse como el abandono definitivo del programa de cambio, en sus componentes más básicos. Aquí, la sustitución del análisis por el comentario es crucial porque reduce la intensidad de cualquier política de relanzamiento del gobierno: cambio en las formas y gestos sin recuperación de las reformas desechadas.
También fue un año de intensa confrontación gobierno/oposición; la guerra política escaló para situarse a niveles cercanos a los experimentados en 1987, luego del anuncio de la estatización de la banca, y el 2000, cuando la reelección de Alberto Fujimori. La áspera batalla ha sido llevada a cabo por un arco de fuerzas conservadoras partidarias, empresariales y periodísticas, siendo esta última la más vigorosa, coherente y exitosa. La debilidad del gobierno es evidente sin que amenace su continuidad, en un esquema de tensiones donde el acoso se intercala con la tutela.
Bajo ese marco impuesto es casi un chiste debatir si las decisiones las toma el Presidente o su esposa cuando es evidente que las decisiones de fondo son impulsadas o bloqueadas por los grandes poderes que no se ubican, necesariamente, en Palacio de Gobierno. El mismo marco de acoso/tutela quizás sirva como un escarmiento para futuros intentos de desafío al establishment.
El país se acerca a las elecciones del 2016 sin centro político; este sucumbió como efecto de la polarización anotada líneas arriba pero también por otros eventos, el más importante de ellos la caída de Alejandro Toledo bajo acusaciones de corrupción serias y documentadas. Toledo no era el único centrista pero era uno de los más caracterizados; su hundimiento en los estudios de aprobación de líderes políticos agrega en él una responsabilidad política además de los otros cuestionamientos. ¿Cuánto más podrá funcionar el sistema peruano sin centro y en qué condiciones podrá ser reconstruido de cara al 2016?
Un cuarto fenómeno es el reflujo de los movimientos sociales que no se produce luego de la satisfacción de sus reclamos. La separación de la izquierda del gobierno tiene un efecto letal sobre la parte más demandante de la sociedad civil. Sin considerar el caso Conga, un proyecto dormido por el gobierno y a la espera del beso reactivador, los conflictos sociales persisten aunque su imposibilidad de producir efectos políticos es mayor. No pasa desapercibido el escaso éxito del paro nacional del 26 de setiembre pasado y la señal que proyecta: el proceso político se lleva a cabo sin la presión de la calle, con el costo que ello implica.
Estos cuatro grandes fenómenos se han producido simultáneamente y en algún caso condicionando unos a otros; han operado en el contexto de un régimen político precario y probablemente debido a ello. No obstante, no ha producido una crisis de envergadura, lo que evidencia que la democracia peruana es más fuerte de lo que generalmente se piensa. A pesar de ello han abierto una transición a otro país político con reglas nuevas aunque no siempre con actores nuevos.

Tercer autoritarismo universitario

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/tercer-autoritarismo-universitario-13-12-2013
La República
La mitadmasuno
13 de diciembre de 2013
Juan De la Puente
El Congreso no debería aprobar la Ley Universitaria sin un verdadero debate nacional. Su obligación es aprovechar el inicio de esta intensa discusión que, ¡por fin!, se ha logrado luego de 20 años de silencio sobre la educación superior universitaria. Así, el Estado empezaría a resolver con una activa participación de estudiantes y profesores los graves problemas que le han generado al país sus decisiones parciales y parches constitucionales en materia universitaria.
Las dos más importantes decisiones sobre la universidad en los últimos 30 años han sido tomadas a espaldas de la universidad;  la Ley 23733, aprobada en diciembre de 1983, en su momento conocida como “Alayza-Sánchez” por los senadores que la inspiraron, consagró un modelo de universidad fragmentada, desfinanciada y de baja calidad. La Constitución de 1993 agravó la crisis al abrir las puertas a la explosión de universidades privadas sin control y límites, en una orgía privatista y mediocre, con muy escasas excepciones.
Este tercer autoritarismo universitario es bien intencionado pero demodé. Reproduce casi exactamente la crítica conservadora a la universidad como un espacio de desorden. Es cierto que se nutre de la necesidad impostergable de resolver los desaguisados originados por el mismo Estado. No obstante, una discusión inviable es aquella que predica que como “algo” hay que hacer, debe aprobarse un nuevo marco normativo. ¿Una nueva ley a cualquier costo? No.
La discusión de fondo es la autonomía universitaria; la vieja autonomía que levantó la Reforma Universitaria de Córdova de 1918, que llegó al Perú al año siguiente, contra la educación clerical, el claustro conventual y la eternidad de las cátedras y de las ideas, es vieja pero sigue alumbrando nuevas oscuridades. En los últimos 30 años esa autonomía fue precaria, trágica y miserable; sobre todo fue un libre albedrío, especialmente en la universidad pública, pobre y empobrecida. ¡Qué difícil es ser autónomo y al mismo tiempo indigente!
Esa autonomía, de papel y de mendrugos, no le sirve a la educación superior, y sobre ello no se ha dicho nada en el debate parlamentario. Esa indigencia ha hecho que todas las universidades públicas se hayan “semiprivatizado” disponiendo cobros por ingresos, matrículas, créditos y cursos desaprobados. En el debate se ha perdido de vista que el principal problema de los claustros, antes incluso que la calidad, es el acceso a la universidad pública. El proyecto, por ejemplo, no ha eliminado la boyante industria de los exámenes de admisión, el eje sobre el que giran las academias preuniversitarias y los colegios preuniversitarios.
Luego, se tiene tres modelos para enfrentar la fragmentación de universidades, facultades y carreras. El primero es la sobrevivencia de ese cuerpo inerte denominado Asamblea Nacional de Rectores, el segundo la creación de lo que el dictamen en mayoría llama la Superintendencia Nacional de Educación Universitaria (SUNEU) y el tercero la creación de un sistema regido por un órgano democrático y colegiado al que concurran rectores, representantes designados por los profesores y los colegios profesionales. En este cuadro de estas alternativas, ni la ANR ni la Superintendencia garantizan la superación de la fragmentación y la conquista de la calidad.
La Superintendencia es una pésima idea; no solo es inconstitucional sino poco práctica. Es imposible construir un sistema universitario que no integre democráticamente la autonomía universitaria. La historia del antiguo Consejo Nacional de la Universidad Peruana (CONUP) debería servir para reflexionar sobre que la libertad no se puede aherrojar.
No está demás decir que la universidad no solo requiere una reforma, sino una reforma democrática. Es una de los ámbitos que más ha padecido del mal del autoritarismo, incluyendo la violencia de Sendero Luminoso que se agregan a los males de la mediocridad y de la corrupción. Dejen ya de experimentar en ese cuerpo.

2014 y los sembradores de vientos

http://www.larepublica.pe/columnistas/la-mitadmasuno/2014-y-los-sembradores-de-vientos-06-12-2013
La República
La mitadmasuno
6 de diciembre de 2013
Juan De la Puente
Los partidos políticos nacionales se preparan nuevamente para cosechar tempestades y la siembra es más intensa que en el pasado. Se disponen a culminar el abandono de las regiones y municipios en las elecciones del 2014. A excepción de uno, Acción Popular, han decidido como prioridad no presentar candidatos propios y en cambio negociar con los movimientos regionales cupos en las listas. En otras plazas, sus líderes se despojan del uniforme partidario para crear movimientos independientes en tanto el partido se desactiva.
Con ello culminará el proceso de instalación en el poder de las elites regionales. En las elecciones del 2002, los partidos cosecharon el poder en 18 regiones; el Apra obtuvo 12 regiones, los otros partidos nacionales (Perú Posible, FIM, Somos Perú, Patria Roja y UPP) otras 6, y los movimientos regionales triunfaron en 7. No obstante, solo los del Apra mantuvieron una relación política con el partido. Los elegidos por los otros partidos fueron “fichajes” de temporada electoral que a poco de ser elegidos se separaron del partido que los cobijó, de modo que en la práctica, 13 de las 25 regiones fueron gobernadas por líderes regionales. El 2006 el divorcio entre política nacional y elite regional se acentuó; el Apra obtuvo solo dos presidencias regionales, UPP una y Patria Roja otra. Las elites regionales tomaron 21 regiones.
En las elecciones del 2010, El Apra, Somos Perú y Acción Popular ganaron una región cada uno y Alianza para el Progreso dos. Las otras 20 regiones fueron ganadas por movimientos regionales. No obstante, solo dos de los presidentes regionales se relacionan con su partido nacional (La Libertad y Lambayeque), en tanto que un presidente regional elegido como independiente se relaciona con su partido nacional (Cajamarca), de modo que para efectos prácticos las elites regionales manejan 22 de los gobiernos regionales.
En el ámbito municipal, el 2006 los partidos triunfaron en 88 (45%) de las 195 alcaldías provinciales, pero ya se advertía el desplazamiento de los movimientos regionales hacia ellas, haciéndose de 74 alcaldías provinciales (38%) en tanto que los movimientos provinciales ganaron 25 alcaldías (8%) y las alianzas electorales 18 (9%). El 2010 los partidos retroceden, ganan en 53 de las 195 provincias, las alianzas en 15, las organizaciones locales en 26 y más de 100 provincias pasan al control de los movimientos regionales.
En los distritos los partidos aún resisten; el 2006 ganaron en 839 (51%) de las 1,615 circunscripciones, los movimientos locales distritales y provinciales triunfan en 158 (10%) de ellas y las alianzas electorales en 155 (10%). No obstante, los movimientos regionales ganaron en 463 distritos (29%). El 2010 los partidos ganan 489 (30%) alcaldías de los 1,605 distritos donde se realizan elecciones y los movimientos regionales más de mil.
En resumen, los movimientos regionales gobiernan en casi todas las regiones, en más del 50% de alcaldías provinciales y en dos tercios de las alcaldías distritales. Con excepciones reproducen allí las prácticas clientelares tradicionales con una escasa visión de país. Eso no sería mucho más dañoso que la tragedia de los partidos si no fuese por la severa crisis de la representación regional.
Hay pocos presidentes regionales que no se encuentran investigados. Uno de ellos, el de Ayacucho, se encuentra prófugo, otro investigado por lavado de activos y a un tercero le embargaron sus bienes en un proceso por cobros indebidos. Por lo menos 8 presidentes regionales tienen pendientes sentencias judiciales por casos de corrupción. Al mismo tiempo, en este período, el JNE ha batido el récord de alcaldes vacados y suspendidos.
La corrupción no tiene militancia aunque la fragmentación, la volatilidad y la antipolítica han convertido a la corrupción en el principal problema de las regiones. No obstante, la decisión de los partidos nacionales de dejar la representación regional y local en manos de una elite precaria penetrada por la corrupción, es grave.